Esta semana ha sido otra de violación a la ley electoral, sabemos que las mañas politiqueras llevan, a cada aspirante a la gran silla, a jugar con las palabras en su búsqueda de evitar complicaciones legales, a pesar de saber que incumplen la ley; desde palacio, origen de la violación normativa, hay activismo electorero y dedocrático desde hace dos años. Aunado a esto, la clase política ha perdido, desde hace varios decenios y cada vez más, la confianza y respeto de la sociedad, salvo contadas excepciones que no están en palacio; se les sabe capaces de falsear cifras, engañar
Esta semana ha sido otra de violación a la ley electoral, sabemos que las mañas politiqueras llevan, a cada aspirante a la gran silla, a jugar con las palabras en su búsqueda de evitar complicaciones legales, a pesar de saber que incumplen la ley; desde palacio, origen de la violación normativa, hay activismo electorero y dedocrático desde hace dos años. Aunado a esto, la clase política ha perdido, desde hace varios decenios y cada vez más, la confianza y respeto de la sociedad, salvo contadas excepciones que no están en palacio; se les sabe capaces de falsear cifras, engañar