Una vez mas se ha detenido, por orden judicial, la construcción del llamado tren maya; sobre el cual ya se reportan socavones que afectan a los cenotes, sus ecosistemas y vestigios arqueológicos.

El ejecutivo federal se ha expresado con enorme molestia; se ha atrevido incluso a decir que es un “golpe de estado técnico”; dicho que abre, al menos, las preguntas, ¿es una sentencia judicial elemento de golpe de estado?, ¿hasta dónde el Jefe del Estado Mexicano seguirá irresponsablemente en la emisión de calificativos y desacreditaciones a las personas e instituciones mexicanas?

Que haya desarrollo en obras de infraestructura es enormemente deseable, mas aeropuertos, carreteras, puertos navales -mercantiles y militares-, trenes de pasajeros – en todo el territorio mexicano energizados sustentablemente-, transporte público para personas y mercancías, etcétera.

Dicho lo anterior, este espacio destaca que la participación de la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, es uno de los pilares que permiten encontrar soluciones para proyectar requerimientos de infraestructura para el desarrollo de México.

De hecho, el otrora CONACYT, solicitó un estudio, con diversos enfoques, a personas expertas y profesionales de la CTI; pero, a decir de quienes coordinaron los estudios, resulta que no le gustó a la directora de ese consejo y censuró la publicación de los resultados,

Ante tan condición, escriben en su reporte, quienes fueron autores de los estudios con diversos enfoques decidieron publicarlo bajo otros sellos editoriales y distribuirlo en diferentes medios (quien se interese puede contrastar: https://www.ccmss.org.mx/wp-content/uploads/Territorios_mayas_en_el_paso_del_tren_Tr.pdf con el libro con número estándar ISBN: 978-607-99849-5-3 del sello Bajo Tierra A.C.)

El asunto empezó, según se puede leer, a finales de 2018; cuando se anunció la construcción del llamado tren maya y poco después el entonces CONACYT solicita el estudio a un grupo de expertos.

Los resultados no reforzaban el capricho, sino que señalaban diversas advertencias de daños a culturas locales, ecosistemas, sitios arqueológicos y mucho mas; de ahí que el CONACYT buscara impedir la publicación de los hallazgos.

La insensatez sucede cuando, en lugar de proyectar soluciones sobre los avisos y que advertían los resultados de CTI, lo que el ejecutivo hizo fue tratar de esconder las obras, digo esconder bajo la pretensa figura de seguridad nacional, cuyo efecto real fue la opacidad y la consecuente resolución definitiva comentada al inicio de esta entrega.

No se exploraron soluciones, con base en CTI, a las complicaciones que los hallazgos arrojaron; la prisa y el capricho fueron motores del ímpetu para apresurar la obra, las fuerzas armadas la componente institucional.

¿Habría habido soluciones desde la CTI que permitieran algunos tramos del tren peninsular con mitigación y atenuación del impacto en la zona?

Quizá, pero nunca se le dio seguimiento sostenible al proyecto sino como obsesión presidencial; las consecuencias sí son impacto irremediable en la zona, en cenotes, tanto en biota como en abiota, de toda la región; tal vez sea el mayor ecocidio por obra intencional de un gobierno federal en decenios recientes, quedan en peligro felinos, aves reptiles plantas y mucho mas.

De hecho, el CONACYT mismo hizo a un lado los hallazgos en el texto comentado, no convocó a expertos de otras disciplinas en CTI para que conociesen los resultados del estudio y buscaren posibles soluciones viables por sustentables.

Simplemente no les gustó por contravenir la voluntad del dedo acusador mañanero y prefirieron desechar los hallazgos.

No, no se trata de entorpecer la obra de infraestructura en México, pero sí de hacerlo con la cabeza y base científico-tecnológica; los caprichos no son CTI, los caprichos de poder cuestan a las generaciones futuras, eso sí se debe detener.

En paráfrasis a la interacción con el Perú, el libro en comento ilustra que México tiene mucha CTI para tan poco gobierno.