Al mas puro estilo cuatroteísta, tanto en palacio como en CONADE, prontos de apresurados salieron a descalificar a las nadadoras mexicanas medallistas en Egipto, la descalificación incluyó, implícitamente, al equipo entero.
Fueron señaladas como “personas mentirosas”, les propusieron, con enojo, “vendan calzones”; en Palacio Nacional se señaló que seis son empleadas del Ejercito, se dijo (suponga que seis, ¿el resto de dónde comen?).
Suponga que sí es personal de las fuerzas armadas, luego, su salario es para pagar la renta o hipoteca, pagar la despensa, mantener a sus dependientes económicos y resolver su vida diaria, pues.
Empero, el deporte de alto rendimiento necesita, por citar algunos requerimientos, entrenador, nutriólogo, equipamiento, análisis y terapia fisiológica por biomedicina avanzada, y muchos mas; su salario no es ni alcanza para eso.
La situación precaria de deportistas se ha señalado desde hace varios meses, quizá años, no sólo para estas nadadoras, sino, además, para personas de alto rendimiento en otras disciplinas del deporte amateur.
El oficialismo hace caso omiso de la realidad.
Hay quienes proponen que la iniciativa privada financie, es buena idea como complemento de becas, pero no pueden recibir regalías por marcas u otros conceptos porque las olimpiadas son, principalmente, depende de la disciplina, para deportistas amateur.
Ahora parece que con la cola entre las patas empiezan a reconocer su falta, pero antes ya dieron de palos; es decir, si alguien ha cometido algún desvío de recursos o hay algo por perseguir (sobre CONADE, federación o quién fuera), que se investigue y se castigue a quien resulte responsable, en la medida de la falta.
Lo anterior es una cosa clara, pero que servidores públicos, incluido el Presidente, salgan de sólito, apresurados y desinformados, a descalificar connacionales por hacerse pública la ineficacia e inoperatividad en su servicio público, que les pagamos con nuestros impuestos, sólo es indicio de falta de capacidad, nerviosismo, desfachatez y otros disparates desde el oficialismo.
Lo mismo ha sucedido contra la comunidad nacional de profesionales en Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, los cantaleados calificativos de neoliberales, conservadores, adversarios, etcétera, etcétera, son la costumbre para disfrazar la falta de oficio en el servicio público.
Incluso ofertan oídos sordos, falsean información y consultas públicas (que en realidad sólo se hacen entre sus cuates).
Un ejemplo reciente está en la ley ilegalmente aprobada en materia de CTI; ésta no es progresista, sino retrógrada y sólo se ha hecho caso omiso de los análisis que emanan desde la comunidad.
En la CTI también han corrido prontos de apresurados a descalificar y denostar; han extinguido fideicomisos, sin análisis objetivo con consecuente inconmesurada implicación; han acusado penalmente, mas por intercambio de favores políticos con el titular de la FGR, a tres decenas de profesionales de la CTI; así una larga lista de actos, con la diferencia que CONACYT (sin H) sigue “montado en su macho”.
En relación a la ley para CTI, la comunidad científica mexicana sigue en espera de la impugnación ante la SCJN debido al desaseado proceso legislativo; situación que empieza a ser urgente ya que, con fundamento en la entrada en vigor de la nueva ley para esta materia, se comienzan a cocinar mas daños al incipiente ecosistema científico mexicano.
La realidad golpea la nariz de quien toca a su puerta, se empiezan a consolidar reveses jurídicos.
Está el asunto sobre la directora del otrora CONACYT y su aliado político, el fiscal plagiador; un tribunal colegiado confirma sobreseimiento de causa penal para José Franco, Julia Tagüeña, Teresa de León, Marcial Bonilla y Gabriela Dutrénit; ahora las personas podrían demandar daño moral a autoridades en CONACYT y la FGR.
Se han equivocado, queremos que el gobierno sea exitoso para que México prospere, pero con pifias encubiertas con descalificaciones, ni cómo ayudarles.