Somos lo que contamos y cantamos

Por: Mercedes Zavala Gómez del Campo

Por

Redacción

- jueves, diciembre 4 de 2025

Los acervos de literatura de tradición oral revelan en gran medida en qué creemos, qué elementos y actitudes de la conducta humana nos parecen relevantes o dignos de ser contados o cantados; qué temas nos interesan, con qué nos entretenemos. De alguna manera, los cuentos, las leyendas y los cantos que sabemos, sin haberlos aprendido ex profeso sino por haberlos escuchado una y otra vez de nuestros abuelos, tíos, padres, vecinos, amigos, reflejan un poco quiénes somos. Esos textos varían, adaptándose a nuevos contextos, y esas modificaciones los mantienen vigentes. Generalmente, carecen de un autor conocido porque, como decía Menéndez Pidal, son obra de un “autor legión”, pues en los diferentes tiempos y espacios, las personas que los enuncian son quienes van creando algunas variantes y conservando otros elementos. Eso es la literatura tradicional o de tradición oral.

Inevitable es hablar de la transmisión oral mediatizada: aquello que recibimos de una voz indirecta: en los años treinta del siglo XX, numerosas canciones se transmitieron en la radio alcanzando, al mismo tiempo, a miles de oyentes por medio de la voz de un intérprete profesional. A la radio, se sumaron el cine, los discos, la televisión y, actualmente, las plataformas digitales. México ha tenido numerosos compositores e intérpretes y sus composiciones han sido reinterpretadas por grupos y solistas con estilos distintos al original. Sin embargo, esas modificaciones no vuelven a esta literatura popular una literatura tradicional porque hay una creación individual, consignada en un sistema de “propiedad intelectual”. La otra literatura, la tradicional, es más bien de todos; de todos aquellos a los que nos gusta cantarla o contarla. Y si hablamos de cuentos o de leyendas, seguramente en programas como La Mano Peluda hemos escuchado narraciones muy parecidas a las que ya habíamos escuchado “de viva voz”; o cuando éramos niños descubríamos que algún cuento de nuestro libro de Lecturas de la SEP ya nos lo había contado alguien…aunque un poco diferente. Todo ese repertorio habita en nosotros porque nos identificamos con él y, sin saber bien a bien por qué, lo advertimos distinto a ese otro repertorio que también nos gusta y que se transmite por los medios electrónicos. Son dos acervos en coexistencia: el que habita en el imaginario colectivo, que responde a un sistema de creencias, costumbres y conductas que compartimos; y el que responde a una moda, a una circunstancia, a un gusto y que nos llega mediatizado.

Ambos son relevantes, pero es de enorme interés adentrarnos en el primero porque encarna, en versos y narraciones, la esencia humana con los rasgos particulares que le hemos dado en cada cultura. Por eso, se le considera parte de los saberes ancestrales, patrimonio intangible. De ahí que podamos decir que mantener vigente nuestro acervo de literatura tradicional propicia la cohesión social ya que fortalece el sentido de pertenencia. La tradición oral ha permitido que algunas canciones, cuentos y leyendas se hayan transmitido durante siglos, viajando de voz en voz por espacios y culturas diferentes. Es cierto que, a menudo, percibimos que parte de su contenido refleja una realidad o un modo de pensar que ya no se ajusta a lo que ahora pensamos, por ejemplo: cuando muestra una sociedad patriarcal y machista como sucede en varios corridos, cuentos y leyendas. ¿Por qué empeñarse en mantenerla? No, no hay que forzar nada: la tradición es sabia y cuando los cambios en nuestra manera de pensar hayan permeado realmente a todos, entonces, ya nadie la enunciará y desaparecerá pues habrá perdido su función; o, si interesa, se modificará poco a poco, lentamente, como ocurren las transformaciones profundas. En contraparte, hay, también, innumerables ejemplos que no necesitarán modificarse como aquellos versos que desde el siglo XIII se enuncian para consolar al niño que se lastima diciéndole:

No se trata de dejar a un lado lo que está de moda o a nuestro cantante preferido, pero tampoco abandonar lo que nos cantaban y contaban pensando que ya no merece la pena o porque a las generaciones jóvenes no les interesa…¿si no las han escuchado cómo saber que no les gusta?

En una línea de investigación del Programa de Estudios Literarios de El Colegio de San Luis nos dedicamos a la recolección de esos acervos mediante trabajo de campo, a su transcripción, estudio y divulgación porque consideramos que es una literatura que nos revela, en buena medida, quiénes somos.