Este 2025 conmemoramos el centenario del nacimiento de Rosario Castellanos, una de las voces más potentes y lúcidas de la literatura mexicana del siglo XX. Y no, no es una efeméride, es una oportunidad quizá ineludible para volver a leerla, para escucharla con oídos nuevos, y sobre todo, para preguntarnos por qué su obra sigue siendo tan vigente.
Castellanos no solo fue escritora fue filósofa, diplomática, promotora cultural, feminista y, ante todo, una pensadora crítica de su tiempo. Desde Balún Canán hasta Mujer que sabe latín…, nos legó una literatura profundamente comprometida con la realidad indígena, el papel de la mujer y la desigualdad estructural que atraviesa a México desde siempre. Su obra nunca se limitó a la denuncia, fue un espejo incómodo para una sociedad que aún hoy sigue evitando mirarse de frente.
Resulta imposible leerla sin detenerse en su voz feminista, tan adelantada a su tiempo como profundamente vigente. Castellanos fue una de las primeras intelectuales en nombrar con claridad el lugar que ocupaban y todavía ocupan las mujeres en una sociedad patriarcal; el silencio, la invisibilidad, la marginación. Pero también fue una de las primeras en reclamar, desde la palabra, un espacio propio. Escribió desde una conciencia de género que no se convirtió en ideología vacía, sino en literatura encarnada.
En un país donde las conmemoraciones a menudo se quedan en la superficie, el centenario de Castellanos exige más que homenajes simbólicos: demanda lectura, relectura y conversación. Que se vuelvan a abrir sus libros en las escuelas, en los clubes de lectura, en los foros públicos. Que su voz tan clara, tan actual no quede atrapada en el bronce de las estatuas ni en los nombres de las avenidas.
Porque, a cien años de su nacimiento, Rosario Castellanos sigue siendo profundamente nuestra; incómoda, brillante, necesaria.