Pensativa, la novela de Jesús Goytortúa, es una de esas obras que el tiempo ha dejado en silencio injustamente. Escrita por un autor potosino con una sensibilidad notable, esta historia profundamente íntima y a la vez colectiva, ofrece una mirada desgarradora al México convulso de la Revolución. Es una novela olvidada, sí, pero también una que urge redescubrir.
Publicada en 1945, Pensativa fue un éxito en su momento, y su protagonista, una joven aristócrata atrapada en el derrumbe de su mundo, se convirtió en símbolo del dolor callado de una clase que desapareció con la guerra. Sin embargo, con el paso de las décadas, esta obra fue desdibujándose de los círculos literarios, quizás por su tono melancólico o por no encajar en los cánones rígidos de la crítica. Pero quienes regresan a ella descubren una narración poderosa, cargada de humanidad y memoria.
Goytortúa, originario de San Luis Potosí, construyó una novela que trasciende lo regional sin perder sus raíces. Su voz literaria nos ofrece una perspectiva poco común: la del dolor privado, femenino, silencioso, que muchas veces queda fuera de las grandes narrativas históricas. Pensativa no es una novela sobre la Revolución, es una novela sobre lo que la Revolución dejó en quienes no tuvieron armas, pero sí pérdidas.
Más allá del contexto político, lo que conmueve es el tratamiento emocional de la protagonista: una mujer atrapada entre la lealtad a su clase, su despertar interior y el amor imposible que cruza barreras sociales. Lejos de idealizaciones o condenas, Goytortúa pinta un México contradictorio, humano, real.
Recuperar Pensativa no solo es un acto de justicia literaria, sino también un homenaje a la tradición narrativa de San Luis Potosí, un estado que ha dado voces importantes a la literatura nacional. La novela guarda un valor cultural que merece volver a las conversaciones, a las lecturas críticas y, sobre todo, al diálogo sobre nuestra identidad histórica.
Hoy, que tanto hablamos de memoria, reconciliación y revisión del pasado, Pensativa es una lectura necesaria. Porque hay historias que, aunque no estén en las listas de “lectura imprescindible”, siguen diciendo verdades que nos tocan profundamente. Y esta es una de ellas.