Cada año, cuando se acerca el Día del Padre, surgen mensajes llenos de reconocimiento, agradecimiento y afecto hacia esa figura que, durante generaciones, fue vista tradicionalmente como el proveedor, el hombre fuerte, distante, que imponía disciplina. Sin embargo, hoy vivimos un cambio necesario y esperanzador: cada vez más padres están rompiendo con ese molde para convertirse en compañeros activos de la crianza, involucrados desde el primer día en la vida de sus hijos.
Esta columna va dedicada a ellos: a los papás que cambian pañales, que acompañan a las consultas médicas, que ayudan con la tarea, que cocinan, que escuchan, que lloran y ríen con sus hijos. A los que están ahí, en cuerpo y alma, no por obligación, sino por amor y convicción.
Vivimos en una época en la que la corresponsabilidad en la crianza ya no debe verse como una excepción, sino como un ideal al que todas las familias deberían aspirar. El cuidado y la educación de los hijos no es una tarea exclusiva de las madres. Es una labor conjunta que se construye desde el respeto, el compromiso y la empatía. Cuando un padre decide involucrarse verdaderamente en la vida de sus hijos, está construyendo un legado de amor, seguridad y valores que marcará generaciones.
Ser un padre presente no significa solo “ayudar”, porque criar no es un favor que se le hace a la madre. Es una responsabilidad compartida que implica sacrificios, tiempo, ternura, paciencia y mucha entrega. Un papá presente no es el que “cuida” mientras la mamá no está, sino el que está siempre: en los momentos buenos y también en los difíciles, construyendo vínculos sólidos, aprendiendo junto a sus hijos, mostrando que la paternidad también puede ser profundamente emocional.
La figura paterna está evolucionando, y eso merece ser celebrado. Porque los niños y niñas que crecen con padres comprometidos, amorosos y responsables, tienen más herramientas para desarrollarse de forma sana y equilibrada. Porque las madres que comparten la carga emocional y práctica de la crianza también respiran, sueñan y se sienten acompañadas. Porque una sociedad con padres presentes es una sociedad más justa, más empática y humana.
En este Día del Padre, celebremos a esos hombres que están desafiando estereotipos y construyendo una nueva forma de paternidad. Que su ejemplo inspire a otros. Que su presencia deje huella. Que su amor cotidiano sea la prueba de que ser padre no es solo un título, sino una forma de vivir.