El artista visual e ilustrador potosino Tino Tello partió de forma sorpresiva, dejando para su memoria un legado de obras artísticas, con un estilo muy propio, y de un carisma inigualable.
En la comunidad artística potosina pocos son los ejemplos de creadores, artistas, divulgadores o gestores, que son capaces de llevar una buena relación con todos los gremios. Una de las excepciones es Justino Tello Rodríguez, mejor conocido por todos como Tino Tello, quien durante más de dos décadas ha construido un legado de creación artística en el dibujo, la ilustración, tradicional y digital, y la animación en 2D.
El pasado 7 de diciembre de 2025, por la tarde, en su perfil de Facebook apareció la sorprendente noticia de su muerte, después de que un par de días antes él mismo había publicado que padecía de una infección de índole respiratorio y que tendría que estar en recuperación. La sorpresa que se conoció a través del perfil de Facebook: https://www.facebook.com/TinoYsusTinaderas de este artista, generó múltiples reacciones, algunas de ellas de una incredulidad inicial, puesto que quienes lo conocíamos sabíamos que a veces publicaba con un humor sarcástico, aunque por supuesto nunca había hecho una broma de esa índole, por lo que las suspicacias se desvanecieron muy pronto ante el comunicado de su familia, en donde incluso se indicaba el lugar de velación de este carismático artista.

Fotografía de Tino Tello, 2022.
De inmediato cientos de personas expresaron el cariño, la admiración y la camaradería que tenían en su relación con Tino, demostrando una vez más, como lo había hecho a lo largo de muchísimos años, que su capacidad de hacer amigos y de llevarse bien con todos, gracias a el respeto que expresaba por el trabajo de todos los demás, era casi equiparable a su talento, que muchos habíamos conocido a través de su cuenta de Instagram, @tino_tello, y de su página de Facebook, Tino Tello y sus Tinaderas. https://www.instagram.com/tino_tello/
Tino era uno de ocho hermanos, tenía 44 años y realizó estudios de diseño gráfico en la Facultad del Hábitat de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí entre 2003 y 2008. Como lo mencionó a lo largo de diversas entrevistas que le realizaron en los últimos años de su vida, comenzó su vida laboral haciendo retratos en la calle a cambio de una módica cantidad de dinero, primero junto al Teatro de la Paz y más adelante junto a la Catedral Metropolitana de SLP, y encontró en ello la posibilidad de que lo que había disfrutado hacer desde que tenía cuatro años, que era hacer garabatos y dibujos, le brindara una posibilidad de supervivencia. Además, tuvo otros trabajos, como el que tuvo en una empresa de juegos móviles, de la cual dijo haber prendido bastante; también llegó a realizar murales para diversas empresas y trabajos de diseño más ortodoxos, como el diseño de logotipos. Incluso buscó su desarrollo profesional en la gran urbe, por lo que vivió un periodo de varios años en la Ciudad de México, en donde tuvo aprendizajes muy significativos para su carrera y estilo.

Autorretrato, ilustración digital, 2025.
A lo largo de los años fue construyendo un estilo muy propio y una estética muy característica, influenciada por artistas como Jan Bazaldúa, Milo Manara, Serpieri, Rafael Gallur y Víctor Adame Minguez, pero también por historietas mexicanas para adultos de la década de los ochenta y de los noventa como “Sensacional de luchas”, “Así soy ¿y qué?” o “Las Chambeadoras”. Por ejemplo, en la larga serie de obras de caricatura que en los últimos años llamaba “Waifus” y que en algún momento llamaba “Sabrosonas”, nos presentaba personajes desde ángulos inusitados, con una proyección de los escorzos y su proporción muy original, por lo que se podía incluso distinguir su estilo con sólo ver de lejos una de sus piezas; sus personajes, sobre todo los femeninos, eran de una voluptuosidad y sensualidad innegable, pero también destacaba su manejo del color a través de los vestuarios, los escenarios y los contextos de los personajes que le daban ese toque retro a la década de los ochenta, que era característica de la obra gráfica que exponía a través de sus plataformas digitales.
Sin embargo, también desarrolló su trabajo profesional para el cine en el ámbito de la animación y del arte conceptual, participando en el proyecto de animación mexicano “Águila y Jaguar: Los Guerreros Legendarios” de 2022, dirigida por Mike R. Ortíz, la primera película de animación mexicana que combinó técnicas 2D y 3D, en donde nos demostró que sus herramientas técnicas podrían adecuarse incluso a otros estilos, sin perder el toque de su originalidad. Más adelante volvió a colaborar con el mismo director como artista conceptual para la película para televisión “Mujer de otro tiempo” de 2025.
Al margen de su carrera profesional, como ilustrador y artista visual, también era un músico y un apasionado de la música, se conocía que en sus míticas reuniones de cumpleaños, conocidas como las Tino Fest, asistían también músicos y artistas de disciplinas muy diferentes, con quienes él realizaba, jams, bailes y, sobre todo, reuniones que eran inolvidables por la buena vibra de quienes convivían en ellas, y por la presencia de múltiples artistas, que compartían creando en el espacio lúdico, gracias al carisma de Tino Tello. Y ese carisma era justamente la característica que lo vinculaba a tantas realidades: era común que después de que alguna persona le conociera, generaba inmediatamente un vínculo afectivo continuo que era mutuo y que él procuraba, por lo menos en sus espacios digitales, siempre con un comentario generoso y de ánimos, que era recibido con mucho afecto por la persona que incluso pudo haberlo visto sólo una o dos veces en su vida, pero para quien tenía siempre esa sonrisa inigualable que lo caracterizaba.

Antrera, ilustración digital, 2014.
Según cuentan los anales de la tinomemoria de su juventud, su interés por la música comenzó desde muy temprana edad en la secundaria, pero incluso cuando estudiaba la preparatoria en el Cbtis 121 ya era reconocido por tocar la guitarra, al grado de que en algún momento se ganó el apodo de “el Chamín”. Durante sus estudios en el Hábitat formó parte de diversos grupos musicales como guitarrista, entre los que se incluyen La Wila e Icaro, y su interés lo llevó incluso estudiar por un breve periodo de la Escuela Estatal de Música, buscando especializarse en el violín, actividad que abandonó pronto, pero continuó tocando la guitarra, tanto eléctrica como acústica, en todos los géneros; aunque era un rockero apasionado y sus gustos iban desde Rockdrigo González, el metal en general, el alternativo o el trip hop, también disfrutaba de las cumbias o de las gruperas, ya que era de gustos musicales variados y disfrutaba de la música en expresiones diversas, como lo pudieron a atestiguar quienes asistían a las reuniones es esporádicas que a veces acontecían en su casa.
Apuntamos, además, que era una persona de lenguaje, vida y expresiones sencillas, por lo que, en primera instancia, hasta podría haber parecido un poco tímido, y lo era, pero era capaz de generar confianza en hombres y en mujeres, lo que lo llevaban a construir camaradería, solidaridad y amistad, de una manera muy sencilla, como él: sencillo, pero espectacular. Prueba de ello era que él mismo se definía como un garabateador en constante aprendizaje y con un estilo flexible. Y aunque Tino partió de este plano de forma sorpresiva, sigue siendo épica su historia, su trabajo, su carisma y su capacidad de vincular a tantos seres, a tantas almas, a tantos afectos. Seguramente seguirá haciendo sus tinaderas, por donde ande y lo seguiremos recordando como el gran artista que siempre fue. Buen viaje, Tino.