La torcida herradura de la democracia: la duda razonable de la elección judicial

Por

Ernesto García

- jueves, junio 26 de 2025

La calificación de la elección es un momento clave en cada proceso electoral desde hace más de 25 años, tras la creación del Instituto Nacional Electoral (INE). Este momento ha servido como una suerte de diagnóstico por parte de los consejeros electorales para señalar los aspectos positivos y negativos del proceso. Desde la elección del año 2000, que significó la caída del partido hegemónico, la calificación ha sido una herramienta para validar o poner en duda los resultados.

Hasta ahora, cuatro consejeros del INE Martín Faz Mora, Dania Ravel, Jaime Rivera y Arturo Castillo han presentado un voto particular en el que expresan su desacuerdo con la validez del proceso, aprobada por otros siete integrantes del Consejo General. Su intención es clara: dejar constancia de que no acompañaron una decisión que, a pesar de las omisiones detectadas, declaró válida la elección judicial.

Uno de los aspectos más preocupantes que denunciaron fue la difusión masiva de propaganda electoral en forma de “acordeones”: listas de candidaturas “recomendadas” distribuidas de manera anónima y generalizada en al menos 23 entidades del país. Estas listas coincidieron, en casi todos los casos, con las candidaturas ganadoras, especialmente en los cargos más relevantes, como los de la Suprema Corte y la Sala Superior del TEPJF. Paradójicamente, estos materiales fueron tolerados el día de la elección, ante la confusión de ciudadanos y funcionarios electorales. Fue el propio Instituto Electoral quien, al final, terminó validándolos. Mientras tanto, partidos e integrantes del oficialismo replicaron la estrategia hasta volverla una realidad normalizada.

Los consejeros firmantes señalaron que, en el 61.74 % de las casillas para la elección de la Suprema Corte, entre seis y nueve de las candidaturas ganadoras coincidieron con los nombres de los acordeones. Una coincidencia estadísticamente extraordinaria, digna de una película de Hollywood. Se ofreció incluso un estudio que concluye que la probabilidad de que eso ocurra de manera natural es “prácticamente nula”. Algo así como si un gobernador se sacara dos veces la lotería… que, por cierto, ya ocurrió.