El próximo año se concretará el proceso a puestos de elección popular más grande de la historia en México; alrededor de 90 millones de votantes con diferentes tipos de elección; a saber, 15 gubernaturas, recambio en curules para Diputados en el H. Congreso de la Unión, así como muchas Presidencias Municipales y Diputaciones Locales.

Habrá, como sucede en estos casos, descalificaciones, señalamientos y demás entre partidos, alianzas, coaliciones y personas que compitan en el proceso.

A lo largo del calendario electoral, distinguido en las entidades federativas y por tipo de elección, hay diferentes oportunidades para posicionar a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI, en el discurso de los diferentes actores.

La motivación debería partir de los siguientes hechos.

Primero, es un derecho humano, en términos constitucionales, recibir los beneficios de la CTI.

El incumpliendo de ello violenta a la sociedad desde la autoridad.

Segundo, la CTI es uno de los motores de mayor robustez para la movilidad social ascendente; lo cual se logra en el traslape de la formación de recursos humanos y la innovación con base en la CTI.

Es un motor transgeneracional de impacto no sólo en la calidad humana sino que, además, impulsa a la alza los puestos laborales que puede lograr la población.

Y tercero, la competitividad innovadora con basamento en CTI es uno de los pilares de la competencia mundial entre países; tanto que se dice que los conflictos multilaterales estarán en la energía, el agua, la salud y la tecnología.

La generación de riqueza tiene una ruta clara en países que añaden elementos de base tecnológica en sus políticas económicas y de bienestar social.

En complemento.

Es claro que la comunidad en CTI no ha sido capaz de impulsar una agenda de políticas públicas en CTI; del mismo modo tampoco los profesionales de la política, aspirantes al ejercicio del poder público, no son sensibles al tema.

Tal combinación ha resultado en un atraso cada vez más profundo.

Los aspirantes a elección popular son más atraídos por temas sensacionalistas en conjunto con las grandes preocupaciones sociales: Salud, seguridad pública y alimentaria, bienestar social.

Estos reditúan en votos, pero también en promesas incumplidas; con el consecuente hartazgo social y descrédito a los profesionales de la política.

Una paradoja es que para todos esos temas la CTI, en cualesquiera de sus áreas o disciplinas, es capaz de construir soluciones holísticas de impacto social, medioambiental, de seguridad pública, alimentaria, económica y de salud.

Así, un reto de la sociedad mexicana está en la sensibilización de aspirantes a puestos de elección, tanto del poder ejecutivo como del legislativo, federales y locales, conjuntado a la concreción de resultados orientados a las necesidades sociales; de todos los sectores, estratos y segmentos de la sociedad.

Por un lado no es suficiente que los profesionales de la CTI escriban artículos científicos, se requieren soluciones concretas. Por el otro, también son necesarias políticas públicas que integren componentes en CTI.

Esta columna ha discutido ideas que podrían ser de impacto en las decisiones de los futuros gobernadores en estados de la república federal que constituye a México.

Otro punto relevante es que cada curul en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión también lleve un mensaje claro para que la legislación no quede en letra muerta; tal y como el ejemplo del llevado y traído 1% del PIB, obligación del Estado en lectura del Artículo 3º Constitucional.

El compromiso está congelado, incumplido, en la Carta Magna, pero también se puede encontrar en constituciones políticas de los Estados Libres y Soberanos de México; dónde es frecuente incumplir tal obligación en cada estado, con diferentes intenciones descripciones y profundidades de dependencia con cada entidad federativa.

Hay diversos nichos de oportunidad para resolver necesidades con base en la generación y aplicación del conocimiento mexicano. Busquemos.