Este domingo 25 de mayo de 2025 celebramos, como lo hemos venido haciendo durante los últimos 118 años en nuestro país, el Día del Contador.
Es cierto: todos los que hemos cursado la carrera de Contaduría Pública solemos referirnos, al hablar de nuestra historia profesional, al florentino Luca Bartolomeo de Pacioli, nacido aproximadamente en el año 1447. En su época, se destacó más por su dominio de la aritmética que por la contabilidad. Sin embargo, su convivencia con Leonardo da Vinci no solo es memorable, sino que seguramente influyó en que Pacioli plasmara en sus escritos matemáticos el sistema veneciano de registro contable, conocido entre los comerciantes como “la partida doble”. Esta herramienta les permitía supervisar la rentabilidad de sus operaciones.
En su obra Summa de arithmetica, geometria, proportioni et proportionalita (Resumen de aritmética, geometría, proporciones y proporcionalidad), Pacioli incluyó un apartado sobre contabilidad que ha permanecido vigente, casi sin cambios, durante más de 500 años.
Desde luego, la contabilidad —y, por tanto, quienes la practican ordenadamente como una técnica útil para monitorear actividades comerciales— no se originó en la Italia renacentista. Las antiguas civilizaciones egipcia, inca o romana ya contaban con sus propios e incipientes sistemas de registro.
Aunque hay vestigios de que los sumerios, en la Mesopotamia de hace seis mil años, mantenían registros del número de animales, personas o cosechas, no podemos afirmar que la contabilidad, como hoy la entendemos, estuviera ya en uso. De hecho, el origen mismo de la escritura se asocia precisamente a la necesidad de llevar registros contables. Es decir, el ser humano, en su etapa gregaria, debió haber ideado algún método o mecanismo para saber lo que tenía, lo que podía intercambiar y lo que debía cuidar.
En México, el 25 de mayo de 1907, Fernando Diez Barroso aprobó su examen profesional en la Escuela Superior de Comercio y Administración, obteniendo el título de Contador de Comercio. En conmemoración de tan importante acontecimiento para nuestro gremio —el del primer profesionista con título universitario en contaduría— celebramos cada 25 de mayo el Día del Contador.
Diez años después, en nuestro país se constituyó la Asociación de Contadores Titulados, que posteriormente se transformaría en el Instituto de Contadores Públicos Titulados de México, y finalmente en el Instituto Mexicano de Contadores Públicos (IMCP). Esta institución agrupa de manera organizada a más de 22 mil contadores, distribuidos en 61 colegios en todo México, entre ellos el Colegio de Contadores Públicos de San Luis Potosí, que desde hace casi medio siglo nos mantiene unidos, en constante capacitación y en actividades colegiadas de apoyo profesional mutuo, en beneficio de nuestra comunidad.
Celebremos al contador público en su día, pues es quien se encarga, dentro de las empresas, del registro, análisis e interpretación de su información financiera. Sin esta valiosa información —procesada y ordenada conforme a estándares internacionales— las decisiones financieras se tomarían de manera empírica, improvisada y sin elementos sólidos de comparación. Esto comprometería severamente la rentabilidad de los negocios y el cumplimiento de diversas obligaciones inherentes a su naturaleza empresarial.
Es cierto que hay diversos campos de especialización dentro de la contaduría pública, razón por la cual, en el Colegio de Contadores de San Luis Potosí, el trabajo colegiado se organiza en distintas comisiones. Estas generan y comparten conocimiento con los colegas en áreas como Normas de Información Financiera, Auditoría, Empresas, Contabilidad Gubernamental, Seguridad Social, Comercio Exterior, Fiscal y Prevención de Lavado de Dinero, entre otras.
Una especial relevancia cobra el área que vela por el cumplimiento de nuestra autoimpuesta Norma de Desarrollo Profesional Continuo, que nos obliga a mantenernos en constante actualización: la Ética. Esta norma permea el convencimiento de que el trabajo bien hecho, con apego a las disposiciones aplicables, con la diligencia necesaria y con una capacitación continua, debe distinguir nuestra labor profesional.
Por todo lo anterior, y por el reconocimiento a la calidad humana y profesional de quienes integran la comunidad contable, es ineludible felicitarles ampliamente en su día.
Y, por supuesto… ¡a seguir trabajando por nuestra comunidad!
______________________________________________________________________________________________________________________