Eduardo Galeano: el cronista de los nadies

Por

Paola Torres

- viernes, septiembre 5 de 2025

En una sociedad que premia el olvido y premia al que calla, Eduardo Galeano fue una grieta luminosa en el muro de la indiferencia. Su pluma, sin pedir permiso a las academias ni a los manuales de estilo, abrió una ventana hacia las historias que los libros oficiales no cuentan, o apenas susurran con culpa. Galeano no fue un historiador. Fue algo más peligroso: un contador de verdades.

En tiempos de noticias fugaces y amnesias cómodas, sus textos siguen siendo faros. No solo por lo que dicen, sino por cómo lo dicen: con una voz poética, cercana, casi susurrada al oído del lector. En sus páginas, los grandes temas de la historia, la colonización, la desigualdad, la injusticia, no aparecen como teorías abstractas, sino como heridas abiertas en cuerpos concretos: el obrero sin nombre, la mujer silenciada, el indígena desplazado, el niño con hambre.

Eduardo Galeano entendía que la memoria es un acto de rebeldía. Que contar lo que pasó y a quién le pasó es un ejercicio de dignidad colectiva. Por eso incomodó tanto. Por eso sigue doliendo.

Hoy, cuando el ruido lo invade todo y el pensamiento se vuelve consigna, su voz hace falta. No porque haya sido perfecta, sino porque fue valiente. Porque no tuvo miedo de mirar el mundo desde abajo, y escribirlo con el corazón al aire.


“Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón.”