CONSUMATUM EST

Por

Oro

- lunes, junio 2 de 2025

No solo mediante una reforma que corrompió al sistema legislativo, sino también a través de una elección fraudulenta —campañas ilegales, voto corporativo, acordeones, “ratón loco”, amenazas, etc.— que va en contra de las leyes fundamentales de nuestra patria, la Cuarta Transformación se ha consolidado como el nuevo partido hegemónico, con miras a una “dictadura perfecta 2.0”. Sí, esa que Mario Vargas Llosa calificó vergonzosamente así al PRI que gobernó por más de 70 años.

Andrés Manuel vivió y gozó en el apogeo de esa dictadura, presenció su decadencia y cierre —aunque Fox y Calderón interfirieran— y fue testigo de su final con Peña Nieto. Lo único que le faltó fue ser candidato del PRI, cosa que no ocurrió, supongo, porque incluso entre los indeseables del partido más indeseable, él resultaba particularmente indeseable.

Cuando la izquierda priista se escindió y nació el cardenismo, que luego derivó en el PRD, AMLO se sumó sin pensarlo. Y desde entonces no paró hasta convertirse en jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal. Pero eventualmente el PRD le estorbó en su plan de formar una nueva hegemonía, y así nació Morena.

Ya en el poder, como varios presidentes del PAN y del PRI, descubrió que no podía hacer lo que se le diera la gana con el país, ni siquiera dominando el Congreso. La Suprema Corte seguía poniendo límites. ¿Por qué? Porque la Constitución estaba diseñada para detener a personajes como él.

La fanaticada de AMLO cree que las leyes están mal simplemente porque su líder lo dice, sin entender que esas leyes se escribieron, muchas décadas atrás, para evitar justamente los abusos de poder y los caprichos de un iluminado. Son una advertencia escrita: “algún día llegará alguien carismático con ocurrencias peligrosas, así que pongamos límites”. Y se crearon instituciones para frenar esos excesos. Pero AMLO las derribó. A base de corrupción, como la conversión de Yunes o la desaparición de Daniel Barreda para lograr la reforma judicial.

Y una pregunta obligada a los amlovers y pejezombies: si este nivel de abuso, fraude, corrupción y fanatismo ocurriera con el PRI o el PAN… ¿lo aceptarían con los brazos abiertos? ¿Les parecería correcto si el color fuera diferente? Apuesto que no.

Este monero cree que solo falta una cereza para terminar de arruinar la patria: eliminar la prohibición de la reelección. Porque sí, la idea no es reformar la república, sino asegurar que el sucesor se perpetúe. Imaginen un México sin transparencia, sin contrapesos, con un Legislativo servil, una Suprema Corte amaestrada y, eventualmente, la reelección de Andy López, Adán Augusto o Fernández Noroña.