CHINCHES INSACIABLES

Por

Oro

- lunes, julio 7 de 2025

Como chinches gordas —gordas, gordas—, los benditos diputados de la LXV Legislatura del Congreso del Estado de San Luis Potosí han “respondido” (entre comillas y con flojera) a la solicitud expresa y obligatoria de la Suprema Corte de Justicia para llevar a cabo consultas ciudadanas en temas clave: derechos de los pueblos originarios, educación inclusiva y derechos de personas con discapacidad.

Estos mandatos, emitidos desde legislaturas pasadas, han sido olímpicamente ignorados. ¿El ejemplo más bochornoso? Aquella supuesta consulta a pueblos originarios que salió más chafa que una canción de Ricardo Arjona. Un desastre que fue echado para atrás sin que ninguno de los diputados implicados recibiera castigo alguno. Terminaron su gestión tan campantes, con su mejor cara de “yo te lo juro que yo no fui”.

Y aunque ahora intentan aparentar responsabilidad, no pueden con su genio: se resisten a otorgar las licitaciones a personas realmente capacitadas y prefieren beneficiar a sus cuates —de dudosa procedencia y con vínculos certeros con legisladores y funcionarios. Por si fuera poco, el excelentísimo diputado Héctor Serrano Cortés, presidente de la Junta de Coordinación Política y miembro del Partido Verde Ecologista de México, solicitó aumentar a ocho millones de pesos el presupuesto para dichas consultas. Así, sin pena.

Ante la probable negativa de la Secretaría de Finanzas del Estado, salió al quite el diputado Cuauhtli Badillo Moreno (presidente de la Mesa Directiva y miembro de Morena), quien “amablemente” sugirió que quizá uno o 1.5 millones extras serían suficientes. Ah, bueno, qué considerados. Le bajaron un poquito… pero eso no borra el hecho de que pidieron un aumento jugoso cuando ya existía un presupuesto asignado.

Sabemos que estos levantadedos profesionales, siempre siguiendo el rastro del hueso que les tiran, no protegen nuestro dinero —una de sus funciones básicas—. De hecho, no son buenos para cumplir ninguna. Y sí, hay justos que pagan por pecadores. Algunos diputados cuando menos son mediocres, pero ni siquiera así levantan el promedio de nuestros congresistas mal calificados.

Los ciudadanos, una vez más, nos quedamos viendo desde la orilla cómo el presupuesto se despilfarra. Nos limitan los movimientos políticos corporativos, mientras los diputados se mudan en lentos, tercos e ignaros bovinos de aquellos que se atan a las yuntas en los campos.

Lo único que el pueblo pide —aunque suene a mucho— es que trabajen con el presupuesto asignado, y que contraten a los más capacitados, no a sus compadres que solo buscan engrosar sus bolsillos.

Pero para ellos, el presupuesto es como una llave que hay que abrir a tope, para que salga el chorro y salpique… para todos.