El suicidio es hoy una de las problemáticas más urgentes de salud pública en San Luis Potosí. Tan solo en 2023 se registraron 242 defunciones por esta causa, con una tasa de 8.5 por cada 100,000 habitantes, superior al promedio nacional de 6.8. El 83 % de los casos corresponde a hombres, y los grupos de 15 a 34 años son los más afectados, especialmente en municipios como Soledad de Graciano Sánchez, la capital potosina y Ciudad Valles.
Estos números, aunque fríos, hablan de vidas, de familias, de historias interrumpidas por el dolor. Desde la psicología clínica, observamos factores de riesgo claros: depresión, ansiedad, aislamiento, consumo problemático de alcohol y antecedentes de trauma. Pero desde la mirada transpersonal comprendemos algo más profundo: detrás del suicidio se esconde una crisis de sentido y de conexión con la vida misma, una pérdida de fuerza para asumir los retos y desafíos que la existencia nos plantea como seres en evolución.
La ciencia señala que terapias como la Cognitivo-Conductual, Dialéctica Conductual, Terapia de Aceptación y Compromiso y Mindfulness han demostrado eficacia en la reducción de conductas suicidas. A ello sumamos la visión transpersonal: reconstruir narrativas de vida, fomentar experiencias de trascendencia, cultivar la espiritualidad y fortalecer la conexión humana auténtica. Como psicoterapeuta, me atrevo a afirmar que la desconexión progresiva con nuestro poder interior, nuestras capacidades y la falta de práctica de nuestras herramientas personales conduce a la pérdida del sentido de vida y de la motivación para ser y hacer dentro de ella.
La prevención requiere de todos: familias que aprendan a escuchar sin juzgar, escuelas que generen espacios seguros, políticas públicas que garanticen el acceso a la salud mental, y medios de comunicación que difundan mensajes de esperanza. También se requiere de una sociedad más amorosa, capaz de acompañar el dolor sin minimizarlo, de ofrecer presencia y apoyo real.
Querida comunidad potosina: la vida siempre tiene posibilidad de renovarse. Hablar de suicidio no es incitarlo, es abrir caminos de ayuda y compasión. Cada palabra amorosa, cada gesto de escucha, cada abrazo sincero puede salvar una vida.
Que esta nota sea un recordatorio: no estamos solos, y juntos podemos transformar la desesperanza en esperanza. La conciencia y el amor son nuestras mejores herramientas frente a la oscuridad.
Fuentes: INEGI (2023), Secretaría de Salud Federal (Programa Nacional de Prevención del Suicidio, 2022), Antena San Luis (2024), El Sol de San Luis (2024), PubMed (2023).