La UASLP, el tigre dormido que debe despertar.

Por

Ernesto García

- jueves, septiembre 4 de 2025

A lo largo de generaciones, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí ha sido semillero de movimientos sociales, espacio de agitación, de miedos y de esperanzas. Ha sido, sobre todo, el epicentro de una sociedad que deposita en su juventud los anhelos de cambio. Su papel histórico como “universalidad de pensamiento” la convierte en un espacio abierto a la crítica, al razonamiento, y en terreno fértil para una juventud inquieta, decidida a enfrentar los grandes problemas de su tiempo. Esto no es nuevo: viene desde los años en que se restringía la lectura y publicación de ciertos libros, lo que solo fortaleció la resistencia universitaria en defensa de la libre divulgación de ideas frente a los intentos autoritarios de imponer límites.

Por eso resulta inverosímil que muchos egresados de la Centenaria UASLP permanezcan en silencio ante los ataques y asfixia financiera que hoy enfrenta. A la universidad le debemos mucho: nuestra formación, nuestras herramientas para la vida, incluso nuestra propia subsistencia profesional. Sí, tiene deficiencias y defectos, como toda institución, pero permitir que se le estrangule económicamente equivale a renunciar a nuestro futuro. Peor aún cuando desde el poder se presume con una mano la consigna de “educación sin límites” mientras con la otra se cierra la llave de los recursos, se extorsiona y se empuja a la universidad al borde financiero para sostener los caprichos de una administración estatal que privilegia el gasto superfluo sobre el futuro social. Eso, querido lector, no se vale.

Hoy, un movimiento pequeño pero real empieza a sacudir los pasillos universitarios. La Facultad de Ciencias, con deficiencias en su construcción y separada de la zona universitaria, ha vuelto a levantar la voz. No es casual: ha sido históricamente combativa, política, incluso desde su aparente distancia con las ciencias sociales. Ayer, cansados de la inmovilidad y del falso discurso del gobierno estatal, sus estudiantes exigieron la conclusión de su edificio, un compromiso asumido y luego olvidado en medio del mar de espectaculares que adornan la ciudad con promesas que poco tienen de realidad. Mientras se presume un “informe de logros”, se deja a un lado el futuro de los jóvenes y se convierte a la universidad en botín político, despreciando al verdadero orgullo de casa.

Si en este mes universitario no se cumple con la entrega de recursos, la comunidad universitaria entera tendrá que salir a las calles a respaldar a su alma mater. Porque quienes juramos educar por la patria no podemos traicionar ese compromiso. La UASLP no puede seguir siendo un tigre dormido: debe despertar.