El falso feminismo: cuando el discurso se vuelve arma

Por

Paola Torres

- viernes, agosto 8 de 2025

El feminismo ha logrado ganar un espacio legítimo en la conversación pública. Luchar por la equidad, visibilizar las violencias históricas y exigir derechos no es solo una causa justa, es una necesidad. Sin embargo, como ocurre con muchas banderas sociales, el feminismo también ha sido utilizado por algunas personas como escudo, disfraz o incluso como herramienta para fines que poco tienen que ver con la justicia o la sororidad.

Este falso feminismo, más interesado en ganar una discusión que en transformar la realidad, ha generado espacios donde la crítica interna se castiga y donde se juzga más la forma que el fondo. Si una mujer no usa las palabras “correctas”, si no milita con el grupo “adecuado” o si no se alinea con cierta narrativa, entonces no es “feminista de verdad”. ¿Desde cuándo el feminismo se volvió un club exclusivo donde solo se admite una forma de pensar?

El feminismo no debería ser usado como máscara para encubrir ambiciones personales ni como escudo para la doble moral. No se puede hablar de sororidad solo cuando conviene, ni exigir empatía mientras se violenta a otras. La lucha feminista es lo suficientemente compleja como para permitir que se diluya en conflictos egoístas y simulaciones.