PRESIDENTA TAPADERA Y DEFENSORA

Por

Redacción

- lunes, julio 14 de 2025

A pregunta expresa hecha a la presidenta Claudia Sheinbaum en la mañanera sobre el Tren Maya, ésta afirmó que, aunque se había contratado deuda durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, en su propio gobierno se había reducido el déficit público al 49.2 % del PIB mediante una recaudación récord y austeridad en el gasto operativo.

Este dicho no suma para nada en beneficio de Andrés Manuel López Obrador, si usted lo piensa un momento.

Porque está aceptando que Andrés Manuel se endeudó con dicha adquisición de deuda y, por otro lado, habla de que ella tuvo que reducir el gasto que ya se hacía en el sexenio de AMLO, así como mejorar la eficiencia recaudatoria, comparando con dicho sexenio también.

Podríamos detenernos ahí sobre las críticas que tendríamos que hacer a esta cuestión, pero no. Hay que aunar nuestras voces a quienes ya las alzan para informar y denunciar la grave herida que ha causado este monumento al ególatra mesiánico del Peje a nuestro país. Algunas de estas voces incluyen a comunidades indígenas, grupos ambientalistas, reconocidos arqueólogos, organizaciones de derechos humanos y, por supuesto, los denunciados columnistas de opinión.

Empezando por esa cuestión de que el proyecto ha crecido presupuestalmente de manera desmedida, alcanzando los 500,000 millones de pesos, cuando se había planeado con un presupuesto de 120,000 millones. A esto se le debe añadir la opacidad financiera, y se ha señalado que los subsidios al Tren Maya superan con creces sus ingresos. También es clara la acusación de deforestación masiva de casi 10,000 ha, incluyendo 10 millones de árboles, además de la contaminación de cenotes y del Gran Acuífero Maya. Por supuesto, está la fragmentación del ecosistema en reservas como la de Calakmul y un efecto devastador en la biodiversidad. Por otro lado, la falta de consulta previa, libre e informada que debía realizarse a los pueblos indígenas tuvo un ridículo 1 % de participación, por lo que no resulta significativa en ninguno de sus parámetros.

En cuanto al patrimonio arqueológico, se acusa que la construcción amenaza más de 25,000 estructuras mayas, 600,000 fragmentos de cerámica y 900 cuevas, muchas de las cuales son destruidas si no se clasifican como de “importancia histórica profunda”. La narrativa utilizada en su momento por Andrés Manuel López Obrador infería que las preocupaciones de los arqueólogos eran “predecibles”.

Para muchos, la militarización del proyecto, etiquetándolo como “de seguridad nacional”, permitió al Ejército encargarse de la construcción y operación, evitando revisiones ambientales y judiciales. De acuerdo con la ONU, la operación del Tren Maya por parte del Ejército no ha cumplido con la debida diligencia en derechos humanos. Han existido también expropiaciones forzadas, incumplimiento de estándares internacionales de participación y desplazamiento de comunidades enteras.

Y todo para un proyecto que no ha resultado rentable, existiendo solo pérdidas y supliéndolas con subsidios que nadie en este país debería pagar.

Este monero pregunta: ¿qué es este proyecto sino un monumento megalómano al ego de un individuo que se considera a sí mismo un héroe que merece reverencia y pleitesía?

Quieren que les aplaudamos el haber ahorrado en gastos operativos y aumentado la recaudación fiscal, al mismo tiempo que han dejado importantes temas descubiertos presupuestalmente, como el abasto de medicinas y la seguridad nacional.

Que les aplauda su abuela, yo me bajo en la próxima estación.