San Luis Potosí, domingo 6 de julio de 2025.- La secuencia final de Piratas del Caribe: En el fin del mundo representó un reto sin precedentes para su equipo de producción. Filmada durante diez semanas en un hangar de Palmdale, California, la escena se desarrolló bajo una tormenta artificial constante que puso a prueba la resistencia física de actores y técnicos.
Los trajes, empapados de agua, alcanzaban hasta los 20 kilos de peso, lo que dificultaba los movimientos y aumentaba la fatiga. Algunos intérpretes, como Bill Nighy, utilizaron vestuarios especiales destinados a ser sustituidos por efectos digitales en la postproducción, mientras que el resto del elenco enfrentó condiciones adversas que incluían frío, humedad y desorientación en el set.
La tercera entrega de la saga marcó el cierre de una etapa para la franquicia: fue la última película dirigida por Gore Verbinski y la despedida de dos protagonistas, Keira Knightley y Orlando Bloom. Con un presupuesto de 300 millones de dólares, se convirtió en su momento en la cinta más costosa de Hollywood.
La complejidad del rodaje no fue solo técnica. El corte original de la película alcanzó las tres horas, pero fue reducido por el equipo de producción para mantener un equilibrio entre acción y desarrollo emocional. Esta búsqueda por conservar el impacto narrativo fue clave para que la batalla final se consolidara como una de las escenas más recordadas de la franquicia.
La experiencia dejó huella entre los involucrados, quienes compararon el rodaje con una experiencia extrema. A pesar de las dificultades, la secuencia logró su objetivo y permanece como un referente del cine de aventuras por su escala, intensidad y ejecución.