En las primeras horas de la madrugada, más de 3.000 agentes rodearon la residencia presidencial en el distrito de Yongsan, Seúl, para ejecutar la orden de arresto contra Yoon Suk-yeol, quien había sido destituido semanas antes por el Parlamento. El expresidente era acusado de insurrección tras su intento fallido de imponer la ley marcial en diciembre.
El operativo enfrentó resistencia por parte de guardias presidenciales y seguidores de Yoon, quienes intentaron bloquear el acceso al recinto. Sin embargo, a las 7:00 de la mañana, las fuerzas del orden lograron superar las barricadas y entrar en la residencia.
Después de varias horas de negociación, Yoon fue detenido a las 10:33 de la mañana. Aunque calificó la acción como persecución política, decidió colaborar para evitar enfrentamientos. Su captura representa un hecho sin precedentes en la historia surcoreana.
El caso de Yoon Suk-yeol se ha polarizado al país, mientras el Tribunal Constitucional se prepara para resolver sobre su destitución y el proceso judicial avanza en medio de un clima político tenso.