Tras más de dos meses de confrontación con las fuerzas policiales, que trataban de obligar a los mineros a entregarse, los equipos de rescate comenzaron a sacar cuerpos y sobrevivientes de la mina Buffelsfontein. Durante ese tiempo, los mineros, atrapados a 2,5 kilómetros de profundidad, enfrentaron serias dificultades, como la falta de alimentos y agua, mientras el gobierno sudafricano cortaba sus suministros en un intento de forzarlos a salir.
El rescate, que se inició tras una orden judicial, avanza lentamente, ya que solo unos pocos mineros pueden ser subidos a la vez. Aunque la policía asegura que los mineros podían haber salido por otro pozo, activistas afirman que este recorrido sería extremadamente peligroso y lento, debido al mal estado de los mineros.
La situación comenzó cuando las autoridades intentaron forzar la salida de los mineros, en noviembre pasado, cortando sus recursos en una operación contra la minería ilegal. Sin embargo, los grupos de defensa denuncian que el gobierno no tomó las medidas necesarias para garantizar su seguridad en ese periodo.
Se estima que más de 500 personas estaban bajo tierra cuando el rescate comenzó. Aunque algunos han estado allí desde julio, las autoridades aún no han podido dar una cifra exacta de cuántos mineros permanecen atrapados en los túneles de la mina.