San Luis Potosí, S.L.P., sábado 26 de abril de 2025 — Este sábado se dio a conocer el fallecimiento de Don Luis Costanzo Palafox, un hombre que dedicó su vida a preservar y expandir una de las tradiciones más entrañables de San Luis Potosí: la elaboración de dulces y chocolates que forman parte del alma potosina.
Luis Costanzo Palafox fue heredero de un legado iniciado por su abuelo, José Costanzo Navazzotti, un italiano nacido en Turín el 4 de junio de 1890. Llegado a México a finales de los años veinte, José Costanzo colaboró en la fábrica de dulces La Victoria antes de fundar su propio negocio. En 1930, inició una microempresa desde su hogar y, poco después, abrió su primera dulcería en uno de los anexos del cine Azteca, frente a la Plaza de Armas.
En 1935, con una inversión equivalente a unos 20 mil pesos actuales, Costanzo adquirió una finca en la calle Galeana, donde, con apenas cuatro empleados, un molino manual y un quemador, sentó las bases de una empresa que crecería con el tiempo. Para 1946, la fábrica contaba ya con 20 trabajadores y procesos innovadores para conservar los productos en refrigeradores enfriados con hielo.
Tras el fallecimiento de José Costanzo en 1966, su viuda, María de los Ángeles Palafox, y su hijo, Luis Costanzo Palafox, tomaron las riendas del negocio. Bajo la dirección de Luis, la empresa no solo creció físicamente —adquiriendo terrenos vecinos—, sino que también impulsó una cultura de emprendimiento entre sus empleados, motivándolos a convertirse en distribuidores independientes de los productos Costanzo.
Al morir María de los Ángeles Palafox en 1993, Luis Costanzo quedó al frente de la empresa, liderando una nueva etapa de expansión que incluyó, en 1998, una asociación con empresarios potosinos. Esta alianza permitió la modernización de los procesos productivos y la consolidación de la marca.
Hoy, Dulces Costanzo emplea a más de 100 personas —algunas con más de 35 años de servicio— y fabrica más de 150 productos, como el emblemático Tornillo, la Duquesa, la Princesa, la Nuez Encanelada, los Enjambres de Nuez, Púrpura y Oro, la Canastilla de Cajeta y Rompope, además de jaleas, caramelos macizos y rellenos, utilizando maquinaria de tecnología italiana y alemana.
Entre las delicias que han conquistado a generaciones está el famoso turrón: una pasta de nougat con pasas, cubierta con dulce de leche y nuez, una muestra más de la pasión artesanal que Don Luis Costanzo Palafox preservó y promovió hasta el final de sus días.
Su legado vive no solo en los sabores que forman parte de la identidad de San Luis Potosí, sino también en los corazones de quienes encuentran en cada dulce un pedazo de historia.