Juan Carlos Soni Bulos, reconocido defensor de los derechos indígenas y médico tradicional de la Huasteca Potosina, falleció a los 50 años debido a complicaciones de salud que lo mantuvieron hospitalizado en Hidalgo. A lo largo de su vida, dejó un importante legado en la defensa de los derechos humanos, la botánica y se consolidó como un símbolo de resistencia para las comunidades indígenas de la región.
Su trayectoria comenzó en 1995, cuando comenzó a documentar abusos contra las comunidades indígenas. Uno de sus logros más destacados fue la defensa de la “Cueva del Maam” en Huehuetlán, San Luis Potosí, un lugar sagrado para los indígenas huastecos náhuatl. Juan Carlos recuperó el acceso a este sitio, que había sido bloqueado por particulares, permitiendo que los peregrinos pudieran continuar realizando ofrendas en el lugar.
Sin embargo, su labor fue interrumpida en 2013 tras sufrir allanamientos por parte de la Secretaría de Marina (Semar), lo que lo llevó a solicitar protección bajo el Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación. En noviembre de ese mismo año, fue detenido ilegalmente, golpeado y acusado de diversos delitos, entre ellos la posesión de armas y drogas. Permaneció recluido en el Cefereso de Tepic, Nayarit, por más de un año.
Durante su detención, organismos como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ONU-DH) y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) denunciaron las irregularidades en su caso y las condiciones de su encarcelamiento. En marzo de 2015, el Juzgado Séptimo de Distrito de Ciudad Valles lo absolvió de todas las acusaciones, declarando su libertad. Tras recuperar su libertad, Juan Carlos expresó su firme deseo de retomar su lucha por los derechos indígenas y la preservación de las tradiciones culturales de su pueblo.
Aunque su vida estuvo marcada por la injusticia, su legado de resistencia y compromiso con los pueblos indígenas de la Huasteca Potosina perdurará como un ejemplo de valor y dedicación. En palabras de sus allegados, Juan Carlos no solo fue un defensor incansable de los derechos humanos, sino también un símbolo de esperanza y dignidad para las comunidades indígenas que tanto luchó por proteger.