San Luis Potosí, sábado 30 de agosto de 2025.- En México, la conversación sobre derechos reproductivos se ha centrado en anticoncepción, aborto y maternidad voluntaria, pero un aspecto permanece relegado: el derecho a acceder a tratamientos de fertilidad. Con una tasa de 1.6 hijos por mujer en 2023, según el INEGI, la cifra más baja registrada, la infertilidad se suma como un factor poco visibilizado en la caída de la natalidad.
La Organización Mundial de la Salud declaró la infertilidad como enfermedad en 2009 y estima que afecta a una de cada seis personas en edad reproductiva. Sin embargo, en México los servicios públicos de salud no cubren procedimientos como la fertilización in vitro (FIV), cuyo costo puede alcanzar entre 80,000 y 150,000 pesos por ciclo, sin contar gastos adicionales. Esta situación convierte la maternidad en una posibilidad restringida a quienes pueden pagar.
La mayoría de las clínicas especializadas se concentran en zonas urbanas como Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara, dejando a estados como Oaxaca o Chiapas con opciones muy limitadas. Esto genera una brecha entre quienes tienen acceso económico y geográfico, y quienes no.
Frente a este panorama, en México se desarrolló AURA, el primer laboratorio automatizado de fertilización in vitro en el mundo, creado por Conceivable. Esta innovación combina inteligencia artificial, robótica y visión computacional para ejecutar con precisión los más de 200 pasos del procedimiento.
Actualmente se encuentra en fase de estudio clínico en la Ciudad de México con 100 pacientes, tras haber logrado previamente 18 nacimientos exitosos.
El debate sobre los derechos reproductivos en México avanza, pero aún queda pendiente incluir la posibilidad real de acceder a tratamientos que permitan a las personas formar una familia si así lo desean. La justicia reproductiva no solo implica decidir no ser madre, sino también tener la oportunidad de serlo.