Este nivel es el más bajo registrado desde 2014, según los informes del Instituto Mexicano del Seguro Social. En comparación con 2016, cuando se alcanzó el 90% de surtimiento, la caída fue notable. En el primer año de gobierno de López Obrador, en 2019, ya se había registrado una disminución, con un 82% de recetas surtidas.
El desabasto de medicamentos también fue una preocupación, destacando la falta de fármacos como paracetamol, metformina y losartán, algunos de los cuales no forman parte del cuadro básico de las Unidades Médicas Rurales. Las principales caídas en el surtimiento se dieron en estados como Veracruz Norte, Chihuahua y Michoacán, con caídas superiores al 10%.
Aunque algunos estados como Durango y Guerrero vieron mejoras en su cobertura, el déficit general afectó la atención a los pacientes más vulnerables del país. La pandemia fue citada como una de las razones de la crisis, aunque los problemas de desabasto ya se venían arrastrando antes del COVID-19.
Este descenso en la atención médica se refleja también en la reducción de consultas y estudios médicos, con una caída de 44 millones en la cantidad de consultas ofrecidas entre 2018 y 2022. Los recortes presupuestarios y la falta de recursos en hospitales han afectado gravemente los servicios a los más pobres.