El proceso detrás de la elección de un nuevo Papa: de “sede vacante” a “habemus papam”

El proceso de sucesión papal sigue un protocolo detallado que asegura la continuidad en la Iglesia

Por

Idalia Garcia

- martes, abril 22 de 2025

San Luis Potosí, martes 22 de abril de 2025.- La muerte del papa Francisco activa uno de los rituales más antiguos y emblemáticos de la Iglesia católica: la transición hacia un nuevo pontífice. Este proceso comienza con el periodo de “sede vacante”, que se refiere al intervalo entre la muerte de un papa y la elección de su sucesor. Durante este tiempo, el Colegio de Cardenales asume la administración de la Iglesia, aunque con funciones limitadas, mientras el mundo católico espera la elección del nuevo líder.

El cónclave, una de las ceremonias más conocidas, es el evento clave en el que los cardenales electores se reúnen en la Capilla Sixtina para elegir al nuevo papa. El proceso está marcado por una serie de rituales y términos específicos, como el famoso “habemus papam”, que se pronuncia al anunciar al nuevo pontífice desde la logia de la Basílica de San Pedro. Además, el papel del camarlengo, quien es responsable de las gestiones temporales del Vaticano hasta la elección, y el decano del Colegio de Cardenales, encargado de convocar el cónclave y presidir la votación, son cruciales en esta transición.

Otro aspecto importante del proceso es la fumata: el humo blanco o negro que se produce al quemar las papeletas de votación. Si el humo es blanco, significa que ya se ha elegido al nuevo papa; si es negro, se indica que no ha habido consenso. También se utiliza el “rogito”, un documento que resume la vida y el pontificado del papa fallecido, y el anillo del pescador, que simboliza la autoridad del papa elegido.

Este proceso, guiado por la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, no solo representa un cambio de liderazgo espiritual, sino también un momento de reflexión y renovación para los más de 1.300 millones de católicos en todo el mundo.