Conoce a las mujeres que fueron señaladas como brujas en SLP

Leyendas de Tlaxcala, San Miguelito y el Centro Histórico relatan casos de persecución por saberes ancestrales y rebeldía.

Por

Paola Torres

- viernes, octubre 31 de 2025

San Luis Potosí, S.L.P., viernes 31 de octubre de 2025.–San Luis Potosí no solo guarda historia en sus templos y arquitectura colonial. También en sus leyendas. Entre las calles empedradas de barrios tradicionales como Tlaxcala, San Miguelito y el Centro Histórico, persisten relatos sobre mujeres acusadas de brujería. Más allá del folclore, estas figuras simbolizan una lucha profunda: la de mujeres sabias e independientes, muchas veces marginadas por desafiar normas religiosas, coloniales o patriarcales.

Conoce tres de las leyendas más emblemáticas sobre brujas potosinas que, según la tradición oral dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva de la ciudad.

La Bruja Tlaxcalilla

En los alrededores del actual Barrio de Tlaxcala, incluso antes de la fundación oficial de la ciudad, ya se hablaba de una mujer huachichil conocida como la Bruja Tlaxcalilla o Bruja Tlaxcalteca. Dotada de conocimientos sobre hierbas y rituales, se decía que podía transformarse en venado mediante pócimas hechas con peyote.

El 18 de julio de 1599, esta figura fue asociada con una rebelión indígena en contra de la imposición religiosa, según los relatos, los templos de Tlaxcala y Santiago fueron saqueados y los habitantes se negaron a asistir a misa.

Tlaxcalilla fue arrestada por Gabriel Ortiz Fuenmayor y enjuiciada por brujería y rebelión. Condenada a morir en la horca, su cuerpo desapareció misteriosamente al día siguiente. Mientras algunos aseguran que fue rescatada, otros creen que escapó gracias a sus conocimientos mágicos.

La Maltos

Otra figura temida y admirada fue La Maltos, también conocida como María Ignacia Martínez del Malto, cuya leyenda se ubica en los Arcos de Ipiña, en lo que alguna vez fue la Calle Maltos, en el Centro Histórico.

Descrita como una mujer de gran belleza y poder, se decía que tenía influencia incluso dentro de la Santa Inquisición. Se le atribuían torturas, hechizos y la muerte de más de 30 hombres. Según versiones populares, recorría las calles en una carreta negra tirada por caballos oscuros, desafiando el toque de queda colonial.

Condenada a morir en la hoguera, pidió regresar a su casa como último deseo. Ahí dibujó una carreta que, según los testigos, se volvió real. Subió a ella y desapareció atravesando un muro, entre carcajadas. Algunos aseguran que su espectro aún aparece al anochecer.

La Bruja Mariana

En el siglo XVIII, una mujer llamada Mariana se instaló en el Barrio de San Miguelito. Proveniente de San Sebastián y Tequisquiapan, barrios de donde fue expulsada, Mariana fue señalada por sus preparados que alternaban entre remedios y presuntas maldiciones. Tras una denuncia, se hallaron muñecos con espinas y polvos extraños en su vivienda.

Logró convencer al gobernador Juan Macario de liberarla. Días después, Macario abandonó su familia, robó fondos públicos y se refugió con Mariana. El escándalo provocó una revuelta vecinal que terminó con el ataque a su casa. En medio del caos, apareció un caballo negro con ojos brillantes que sembró el pánico. Al ingresar, los vecinos hallaron a Macario muerto. De Mariana, no quedó rastro.

Hasta hoy, algunos aseguran escuchar el galope del caballo en las madrugadas de San Miguelito.

De la superstición a la resistencia femenina

El historiador Salvador Solís sostiene que estos relatos revelan más que creencias populares: evidencian cómo muchas mujeres fueron perseguidas por su sabiduría, independencia o belleza. En lugar de monstruos, muchas de estas figuras pueden interpretarse como símbolos de resistencia frente al orden patriarcal, colonial o religioso.

Aunque no exista certeza sobre qué parte de estas historias pertenece al mito o a la realidad, su poder simbólico sigue presente. Las leyendas de Tlaxcalilla, La Maltos y Mariana continúan vivas en el imaginario potosino, despertando tanto el interés de investigadores como la curiosidad de quienes caminan por los barrios donde alguna vez, se dice, estas mujeres desafiaron el poder establecido.