Artemis 1, lanzada hace pocos días, no es una misión tripulada, sino de exploración preparatoria para Artemis 2 y 3; las cuáles sí serán tripuladas.

Será Artemis 3 la misión cuya tripulación inicie la colonización lunar con grandes retos, que incluyen construcción de espacios habitables, implementación de procesos de extracción y beneficio de materiales, producción de oxígeno y agua y la protección de humanos a radiación y emisión astronómica (entre los que están el viento solar y propagación de ondas gravitacionales intergalácticas, por citar algunas).

La política pública fue anunciada por el presidente de Estados Unidos de América, EUA, en 2010; aunque para lo cual, seguramente, ya había planeación y proyección de tiempo atrás, podríamos considerar ese año como la fecha de arranque.

Desde entonces se ha planteado que Artemis 3 llegue a la Luna en 2025, incluye sistema de aterrizaje, alunizaje en ese caso, desarrollado por Space X, empresa privada de base tecnológica con enfoque en requerimiento espacial; es decir, el ecosistema científico de EUA ha propiciado tecnología portable y compatible que permite la cooperación de los sistemas desarrollados, hecho que se alcanza, en parte, por la unificación de estándares tecnológicos.

Para 2025, cuando Artemis 3 lleve humanos a la Luna para iniciar una colonia, este programa tendrá, al menos, 15 años como resultado de una política pública; además dos puntos son destacables en el hilo conductor de las ideas que hasta aquí se exponen.

Uno de ellos, relativo a la estandarización tecnológica, tomó impulso desde el Siglo XIX, en los albores de la revolución industrial, por los requerimientos del mercado en estructuras ferroviales, generación y distribución de electricidad y mas; fue necesidad reforzada a lo largo del Siglo XX por industrias emergentes como la biomédica, mecatrónica, computacional, telecomunicaciones y otras.

Los estándares tecnológicos se impulsan tanto desde la iniciativa privada como la regulación pública; la primera para penetrar mercado sin complicaciones que conlleven costos al cliente y la segunda por simplificación tanto administrativa como normativa y de tributación.

El segundo punto, que se asoma en la estandarización tecnológica, se relaciona al ecosistema científico de un país o grupo de países; es el caso de Space X cuyos cohetes orbitales, llamados Falcon, han impulsado la tecnología de lanzamiento reutilizable; antes de esto el desecho en cada lanzamiento impactaba desfavorablemente los costos de programas espaciales.

Falcon 9, por ejemplo, se ha convertido en un sistema de lanzamiento y re-lanzamiento de artefactos con proyección hacia aterrizaje y alunizaje para el potencial retorno de materiales y muestras lunares.

Pero no sólo eso, ahora el mercado de Space X incluye lanzamiento de microsatélites y sondas planetarias, es el caso del envío de Beresheet 1 en 2019, la primera astronave de fabricación y operación por una empresa privada, de capital Israelí, en llegar a la Luna; cabe decir que Beresheet 1 implicó una inversión privada de 100 millones de usd que se estrelló por una falla durante su alunizaje, hecho que no ha desanimado a los inversores privados, sino les ha motivado al grado que ya proyectan Beresheet 2 para lograr, al alunizaje, corregir lo sucedido en 2019.

Ya ha habido, desde las misiones Apolo cooperación público-privada, pero ahora Falcon 9 por Space X, de EUA, impulso que Beresheet 1 por SpaceIL, de Israel, llegara a la Luna; así, Space X ha iniciado no sólo el mercado del turismo orbital, sino además el mercado internacional privado para el espacio.

Dicho lo anterior, ese mercado privado ya se haya en el umbral de lo interplanetario, ya que la misiones Artemis tiene foco en llevar humanos a Marte.

Destaca que una política pública de gran envergadura dura decenios e incluso soporta diferentes titulares del ejecutivo en los países, eso sólo se alcanza con autonomía de instituciones públicas y una seria y decidida inversión privada.