La dama enlutada, una leyenda muy potosina – Momento San Luis Potosí

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Archivo El Momento

- miércoles, noviembre 2 de 2022

Isabel Segura

Los acontecimientos de esta leyenda potosina son tan importantes, que todavía se comentan en diversos sitios de San Luis Potosí.

En una fría noche de noviembre, Abel Morales, conductor de un coche de alquiler llevaba cinco horas de haber iniciado su trabajo; eran las dos de la mañana cuando Abel regresaba de dejar un pasajero por la orilla de la ciudad, donde se encuentra el templo de El Señor del

Saucito.

Al pasar por este templo, una dama vestida de negro le hizo señales para que se detuviera. Una vez a bordo de la unidad, la dama enlutada pidió visitar algunos templos de la ciudad. Al chofer le pareció algo extraño que una señora fuese a las dos de la madrugada a rezar a las puertas de los templos, pero pensó que tal vez se trataba de pagar una manda.

Abel se dirigió primeramente al Templo de San Francisco, donde bajó a la dama, quien se hincó frente a la puerta cerrada de la iglesia y luego de momentos regresó al auto. La mujer hizo lo mismo en otros templos, como; la Parroquia de San Miguelito, el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, el Templo de San Sebastián, la Iglesia del Montecillo, el templo del Apóstol Santiago y al Templo del Señor Del Saucito.

Por último, la dama le pidió a Abel que la llevara frente a los soportales del Panteón del Saucito; una vez ahí, la mujer le explicó a Abel que no llevaba dinero, después le entregó  en un papel un recado para su hermano, el Lic. Mario Palomares, junto con una medalla que llevaba el nombre de Socorro y le dijo al chofer que su hermano saldaría la cuenta al día siguiente.

Horas más tarde, a las once de la mañana Abel Morales se dirigió al despacho del licenciado Palomares, hermano de la dama enlutada. Abel refirió al Lic. Palomares lo acontecido la noche anterior y le entregó el recado así como la medalla.

Con gran sorpresa el licenciado leyó el papel y, pensativo e intrigado le confirmó al chófer que sí era letra y firma de su hermana Socorro; el licenciado cedió a pagarle, pero le explicó que Socorro había fallecido hacía dos meses, ante esto Abel Morales, tembloroso, rechazó el dinero que el licenciado le entregaba. Muy asustado regresó a su casa de donde no volvió a salir, pues dos meses después, murió de una rara enfermedad