Primero un clásico universal de la estulticia, cuyo autor es anónimo:
“La estupidez es una enfermedad tan letal que afecta no solo a los hombres del poder sino a todos quienes los rodean”.
Y viene a cuento el tema porque día a día se suman ejemplos de la estulticia del embajador norteamericano en México, Ken Salazar, quien a causa de su mal desempeño es visto en la Casa Blanca con recelo y hasta le impusieron un monitoreo personalizado.
¿Y por qué atención especial al embajador Salazar?
Porque no es la primera ocasión en que el exsenador por Colorado tropieza con su propia lengua –en su quehacer diplomático–, y con sus trompicones pone en riesgo los intereses de su país.
Incluso, en los primeros días de Julio pasado, el influyente The New York Times publicó un reportaje de primeara plana que advertía sobre la alarma en la Casa Blanca por el descuido de su embajador en México.
Y el mejor ejemplo de esos tropiezos son los recientes escándalos mediáticos en los que se metió el representante del gobierno de Biden en México; dislates que no sólo ameritaron una paliza en redes sino que llevaron a tendencia la estulticia de Salazar.
Y es que en un evento público, al que asistió la jefa de gobierno de la capital mexicana –entre otros servidores públicos–, el embajador Ken Salazar le dijo “presidenta” a la señora Claudia Sheinbaum.
¿Cómo entender la aparente equivocación frente a la más aventajada sucesora del mandatario mexicano?
¿Fue un tropiezo involuntario, se trató de un ejemplo más de la estulticia del locuaz embajador Salazar o, de plano, asistimos a una traición de la conciencia?
La respuesta la podemos encontrar en otro clásico del poder: “en política no hay casualidades”.
Pero también es cierto es que para nadie resulta novedad la torpeza y los tropiezos discursiva del señor Salazar.
Y es que el embajador norteamericano ha dado muestras reiteradas de que resultó atrapado “por los encantos” del mexicano López Obrador.
Así, el aparente “mensaje subliminal” de que Claudia Sheinbaum es “la presidenta” de México, en realidad es una señal para todo aquel mexicano que lo quiera entender; una advertencia de que para el 2024, el gobierno de Biden ve con buenos ojos a la jefa de gobierno de Ciudad de México.
Es decir, que asistimos a la intromisión clara, evidente y contundente del gobierno norteamericano en la sucesión presidencial mexicana, con el aval de López Obrador. Y frente a tal intromisión de Estados Unidos en la sucesión presidencial mexicana, obliga preguntar de nuevo.
¿Dónde están los rabiosos defensores de la “soberanía nacional”, que por décadas impugnaron los afanes norteamericanos por meterse en la política electoral de nuestro país?
Hoy todos callan, desde el presidente mexicano, hasta el más humilde de los lacayos de Palacio.
Pero hay más. Aún no salía del escándalo de “la señora presidenta” cuando el embajador Salazar se metió en otro berenjenal.
Resulta que el columnista de El Universal, Héctor de Mauleón, difundió documentos oficiales del gobierno norteamericano que presuntamente confirman lo que todos en México saben; que elecciones como las de Tamaulipas, habrían sido financiadas por el narcotráfico.
En medio del escándalo, periodistas pidieron la opinión del embajador sobre las revelaciones y la respuesta de Salazar –en “entrevista banquetera” –, fue así de escueta: “Esos cables no son de Estados Unidos. Punto”.
Sin embargo, hasta la tarde de ayer no existía un desmentido oficial de la embajada a cargo de Salazar –lo cual es protocolo diplomática–, mientras que otras fuentes del gobierno norteamericano confirmaron a Itinerario Político la veracidad de los documentos revelados por De Mauleón.
Y por eso debemos preguntar de nueva cuenta.
¿Por qué el embajador Salazar sólo desmintió al periodista Héctor de Mauleón a través de una “entrevista banquetera”?
¿Por qué no existía, hasta la tarde de ayer, un comunicado oficial del gobierno de Estados Unidos, para desmentir tal información?
Lo cierto es que el nuevo desliz del embajador de la Casa Blanca en México confirma el descuido de Salazar y ratifica la denuncia que hizo pública el influyente The New York Times en los primeros días de julio.
Más aún, en el Itinerario Político del 7 de julio del 2022, titulado: “¡AMLO: `beso del diablo´ al embajador Zalazar!”, dije que la Casa Blanca “prendió los focos rojos” al percatarse que los reportes que llegaban procedentes de la Embajada de México no eran distintos a las ocurrencias presidenciales publicados a diario por la prensa mexicana sobre “las mañaneras” de López.
En los hechos, la Casa Blanca detectó serios descuidos del embajador y graves fugas de información que ponían en riesgo la relación con México. Por eso, a través del influyente The New York Times (NYT) el reportaje, sobre el cuestionable desempeño del embajador Salazar.
Así lo escribió el influyente diario neoyorquino en los primeros días de julio del 2022: “Existe una creciente preocupación dentro del gobierno de Biden de que el embajador (Salazar) podría haber comprometido los intereses de Estados Unidos” en el desempeño de su misión diplomática”.
Según los entrevistados por el diario –funcionarios de la Casa Blanca–, Ken Salazar “era el hombre perfecto para apaciguar” al presidente mexicano, a partir del trato sencillo del exsenador demócrata de Colorado.
Sin embargo, las visitas reiteradas del estadounidense al Palacio en México llevaron a Salazar a compartir la visión de López Obrador sobre aspectos fundamentales que –por pura casualidad–, rechaza al Casa Blanca.
Temas como la Reforma Energética, las energías limpias y la alianza del gobierno mexicano para entregar regiones completas al crimen organizado.
Incluso, en la Casa Blanca se especuló que Salazar pudo alentar la decisión de López de boicotear la Cumbre de las Américas, en contra del propio presidente Biden
Pero además, llamó la atención de Washington la nula respuesta de Salazar frente a temas como la persecución de medios y la muerte de periodistas mexicano, el insistente debilitamiento de la democracia de nuestro país y, en especial, el privilegio a la mentira presidencial, al mejor estilo “Trompiano”.
Al final de cuentas, el mensaje del gobierno norteamericano a través del reportaje en el NYT es que el embajador Salazar cruzó la línea de la confianza.
Pero “la gota que derramó el vaso” aún estaba por venir.
Y es que horas después de que en primera plana el NYT publicó el reportaje sobre la “presunta traición” del embajador Salazar, el presidente mexicano cometió otra pifia diplomática, aún mayor.
¿Por qué?
Porque en lugar de dejar que el propio Salazar respondiera al NYT, López defendió al diplomático mediante elogios sin límite y con palabras que suponen que más allá de una relación política y diplomática, existe una amistad personalísima entre Salazar y Obrador.
Una “amistad” que está clara en el aval del embajador a la “presidenta” Claudia y en la descalificación a documentos oficiales salidos de la propia embajada de Estados Unidos y que, en efecto, confirman la existencia de narcogobiernos como el de Tamaulipas.
Y no pasará mucho tiempo para que el propio embajador Salazar sea desmentido.
Al tiempo.