Manos, fe y paciencia: así se restauran los Niños Dios en San Luis Potosí

En Casa Restauradora Pujol tienen años de experiencia en este tipo de trabajos.

Por

Ernesto García

- miércoles, diciembre 24 de 2025

San Luis Potosí, SLP., miércoles 24 de diciembre de 2025.– En la Casa Restauradora Pujol, diciembre no huele a ponche ni a pino, sino a resina caliente, pintura fresca y paciencia. Sobre la mesa de trabajo, entre pinceles finos e instrumental delicado, yacen brazos diminutos, manos abiertas en gesto de bendición y rostros infantiles que esperan volver a casa antes de Nochebuena. Son los Niños Dios que peregrinan cada año hasta el corazón del barrio de San Sebastián para ser reparados.

Sandra Pujol los recibe uno a uno. Dice que más que figuras, llegan con historias rotas: una caída accidental, el paso del tiempo, una pierna extraviada desde hace décadas. “Es como recibir las desgracias de los demás”, explica, “y ayudarles a resolverlas para que el nacimiento esté completo el 24 de diciembre”. En esas semanas previas a la Navidad, su taller se convierte en un pequeño hospital de fe y tradición.

Con pasta, calor y resina, Sandra Pujol se encarga de dar posada reconstruye extremidades, alisan grietas y devuelve forma y equilibrio y color a las imágenes que acompañan a los nacimientos que al ser guardados o desempacados se dañan y necesitan ser nuevamente las estrellas del nacimiento.

Cada pieza requiere entre tres días y hasta una semana de trabajo, dependiendo del daño el clima y el secado de las piezas. La pintura es otro ritual: tonos suaves, capas cuidadosas y, al final, un toque de brillo que devuelve presencia y vida al Niño Dios.

El trabajo va más allá de lo técnico. La restauradora lo sabe bien: no se trata solo de arreglar una figura que adornará una sala durante la Navidad. “Lo que realmente restauramos son los sentimientos, la historia y tradición de generaciones”, dice. El cariño que las familias han depositado durante años en esas imágenes, heredadas de abuelos o padres, pesa tanto como el yeso o la resina que las sostiene.

Aunque durante todo el año llegan figuras religiosas de distintos tipos, diciembre tiene un protagonista indiscutible. Los Niños Dios dominan el espacio, observan desde estantes improvisados y esperan pacientemente su turno para regresar a los nacimientos potosinos. Afuera de su taller, el Centro Histórico se llena de luces; adentro, en la Casa Restauradora Pujol, ocurre el milagro silencioso de cada Navidad: volver a dar vida para que la fe llegue intacta a la noche del 24.