No tienen excusa.
Su obligación es doble.
Su primer compromiso para quedar bien con la marcha del narcisismo presidencal, es acarrear camiones y camiones con pasajeros como moscas a la Ciudad de México.
Su segundo es organizar manifestaciones en capitales y urbes importantes de sus respectivos estados para dar imagen de simpatía, agradecimientos por supuestos beneficios recibidos o por obras en marcha.
O sea, hacer un reflejo del fenómeno social del 13 de noviembre.
Si ese domingo desfilaron en la capital del país más de 800 mil personas -dato documentado con imágenes y cálculos por google maps en la capital, más ciudaes-, ahora se trata de humillar cualquier protesta, cualquier exigencia.
Es una fiesta popular dice el presidente cuyo discurso se ha expropiado los sentimientos populares, su voluntad, sus sueños, y deben agradecer las dádivas del dinero del erario.
Y si el 13 de noviembre desfilaron más de dos millones de persona en la metrópoli y en 56 ciudades del interior, esta vez deben superarse porque su soberanía absoluta merece más.
Esa es la orden.
EL NARCISIMO PIDE 3 MILLONES
El control es absoluto.
Los gobernadores, mayoritariamente de Morena, lo cual es favorable a la egolatría del jefe máximo, son responsables de rendir buenas cuentas cuando se revise la contabilidad.
Ellos se encargarán de lo fundamental -el número de asistentes aquí, allá y allende la voluntad personal-, pero también de la forma de garantizar esa gran concurrencia.
Esto incluye, y quién duda de la participación del erario y del poder político, el número de vehículos, facilidades para su recorrido y por supuesto el avituallamiento necesario: gasolina para las unidades, tortas, refrescos y paga para los acarreados.
A esto están dedicados unos y otros, gobernadores, alcaldes y dirigentes del partido.
Todo comenzó el domingo 13 de noviembre por la noche en Palacio Nacional, cuando el presidente llegó de su rancho, revisó la afluencia en defensa de la democracia –El INE no se toca– y vino la orden de la llamada contramarcha.
La maquinaria está en plena operación.
Meta: hablar de tres millones de asistentes y para ello se utilizará también la contabilidad pública magnificada porque así debe ser: plazas chicas para la oposición, plazas gigantes para el gobiernismo.
Todo lo contrario a lo dicho por ese golpeador tradicional llamado Martí Batres, para quien cientos y cientos de miles son “entre 10 mil y 12 mil manifestantes”.
El narcicismo de palacio mejoró esa cifra: “unos 60 mil, tal vez 50 ó 60 mil”.
LAS DIVISAS LLEGAN Y SE GASTAN
1.- Dos enfoques de la política:
El gobierno estudia cómo gravar remesas y divisas para engordar el erario y comprar lealtades adelantadas y votos de marginados.
Pero en el estado de México, donde Mauricio Valdés cimenta una nueva reforma, habla de usar esos recursos para la inversión con facilidades.
Su propuesta es usar esos recursos -casi 60 mil millones a nivel federal, tres mil 145 en Edomex- en generación de desarrollo, empleo y crecimiento.
Y 2.- para quienes veían un Mundial sin atractivo, vayan estos datos:
A tres días de iniciada la justa, la empresa TelevisaUnivisión reportó 21 millones de hogares conectados a los partidos, más 4.3 millones en Canal 5.
El consorcio de Emilio Azcárraga Jean, según estos datos, lidera las preferencias de los aficionados a un deporte de vigencia universal.