San Luis Potosí, domingo 20 de julio de 2025.- En 2022, la NASA consiguió alterar la órbita de un asteroide con la misión DART, al hacer chocar una nave contra Dimorphos, un satélite de 170 metros que gira en torno al asteroide Didymos. La modificación de su trayectoria fue celebrada como un hito, ya que se logró acortar su órbita en 32 minutos.
No obstante, un nuevo estudio liderado por el astrónomo Tony Farnham y publicado en The Planetary Science Journal advierte sobre efectos no anticipados. Tras el impacto, se liberaron más de 30 grandes rocas que salieron despedidas a más de 50 metros por segundo. Estas rocas generaron un impulso adicional mayor al previsto, alterando la órbita de Dimorphos de forma más compleja de lo calculado.
Imágenes del satélite LICIACube y del telescopio Hubble revelaron que los fragmentos se desplazaron en direcciones específicas. El análisis indica que el empuje generado por estas rocas superó tres veces al impacto directo, provocando una posible inclinación del plano orbital de Dimorphos de hasta un grado.
La geóloga planetaria Jessica Sunshine explicó que la naturaleza de la superficie del asteroide influyó en la dispersión. Dos bloques, llamados Atabaque y Bodhran, fueron identificados como claves en la expulsión de los fragmentos, especialmente el primero, del cual habría provenido el 70 % del material expulsado.
La Agencia Espacial Europea planea enviar en 2026 la misión Hera para estudiar en detalle el sistema Didymos-Dimorphos y comprender mejor los efectos del impacto, así como los posibles riesgos que representan los escombros para futuras misiones.
Especialistas coinciden en que cualquier cambio inesperado en la trayectoria de un cuerpo celeste cercano a la Tierra podría tener consecuencias relevantes, por lo que resulta crucial conocer a fondo las variables que intervienen en este tipo de maniobras.