La información poblacional en México muestra que la pirámide por edades aun no se invierte en nuestro país, pero para allá va, la tendencia muestra un número de adultos mayores creciente por cada 100 menores y jóvenes (las cifras consolidadas son como sigue: De 16 en 1990 ha ascendido a 47.7 en 2020; https://www.inegi.org.mx/temas/estructura/).
Sin análisis mas detallado, algunas obviedades implican a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; pese éstas, no existen programa, ni ha existido, que soporte en la CTI soluciones a necesidades del sector poblacional adulto mayor.
Se ha omitido, por falta de visión, la proyección de la proporción poblacional de adultos mayores y sus requerimientos para que ejerzan el derecho a los beneficios de la CTI como mandata la constitución.
Una política pública progresista e inteligente en CTI debe incluir programas que resulten en soluciones a problemas asociados con enfermedades modernas de la edad avanzada; entre muchas mas está la investigación sobre osteoporosis y en materiales bioadmisibles para intervenciones quirúrgicas por fracturas óseas (como en cadera y extremidades).
Además, en relación al nivel diario de vida, se necesitará desarrollo de exoesqueletos de asistencia al movimiento de personas con características motrices de edad avanzada, prótesis articulares, auditivas y dentales que corrijan daño a movimientos naturales, diseño y fabricación de artefactos conectados por Internet de las cosas (IoT por las siglas en inglés) para comunicación y detección de emergencias, etcétera.
Lo anterior además de los casos mas complejos como la comprensión, preparación de recursos humanos en tratamiento, monitoreo y manejo para padecimientos como Parkinson, Alzheimer y demencia senil; ¿acaso cree que el Estado Mexicano que la edad no nos alcanzará o que los tratamientos y cuidados serán de costo cero?
En otros países la CTI está construyendo soluciones, y de ahí, quienes cuenta con recursos financieros, los menos, pueden importarlos y adquirirlos para tener nivel de vida aceptable en el estadio de edad avanzada.
La creencia palaciega es que la familia es fuerte en México; aun cuando así fuera la edad alcanza y las actividades de la adultez rebasan el quehacer diario, no olvidemos que la tendencia de personas de edad baja decrece por cada 100 de edad productiva (misma fuente y referencia), luego ¿acaso cree el Estado Mexicano que las personas en edad productiva no deben atender los derechos y obligaciones inherentes a la edad adulta?
Todo ello luce con prospectiva complicada cuando las condiciones de movilidad urbana y suburbana son tan malas que hasta, incluso, el transporte metro de la CDMX humea cada día.
Tampoco existen programas en disciplinas de la CTI dedicadas a investigación socioeconómica ni psicosocial para que adultos mayores sean activos, socialicen, laboren o simplemente disfruten de su retiro.
Las megaurbes son agresivas para las personas, mas con la calidad de movilidad que tenemos en México; el ruido auditivo, visual y otros efectos complican fuertemente la cotidianeidad a personas con movimientos y respuestas lentas al entorno, como es el caso de aquellas de edad avanzada; luego entones, ¿qué programa de investigación en CTI para esas disciplinas tiene CONACYT?
La respuesta es, como en salud y otras materias, ninguno.
Los gobiernos anteriores nunca no incluyeron esta problemática en sus programas para financiar investigación multidisciplinaria, como lo requiere el caso.
El gobierno actual prefiere usar un discurso ideologizado en CONACYT contra el maíz transgénico que lanzar programas que atienda a una parte crecente de la población; no se trata de aceptar con los ojos cerrados el maíz transgénico sino de sustentar con estudios científicos ese tema a la par que se lanzan programas en otros retos como el que aquí se trata.
El sexenio ya cierra, una pregunta, entre varias, para aspirantes presidenciales: ¿qué programa de CTI tendremos en el futuro próximo para nuestros ancianos?