CIUDAD DE MÉXICO. 16 de febrero e 2023.- Aproximadamente 0.5 por ciento de la población mundial padece el síndrome de Asperger, es decir, 40 millones de pacientes, aunque faltan estudios para tener un número preciso, afirma el académico de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM, Fructuoso Ayala Guerrero.
En México, de acuerdo con la Secretaría de Salud federal, alrededor de 120 mil personas viven con esta condición; aproximadamente la mitad de ellos llega a la edad adulta sin diagnóstico.
En el Laboratorio de Neurociencias de la FP se implementa un método consistente en la estimulación del cerebro, después de una valoración neuropsicológica, de atención, aprendizaje, memoria, etcétera. Los participantes reciben estimulación magnética transcraneal para mejorar su condición. La meta es que se sume como otro tratamiento.
Los interesados en participar en el proyecto pueden acudir al Laboratorio de Neurociencias situado en el sótano del edificio C, de la Facultad de Psicología, o escribir al correo electrónico: [email protected] para solicitar más información.
El síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista que se caracteriza porque los pacientes presentan problemas sociales y de comunicación, en el lenguaje y en la conducta, explica el especialista en ocasión del Día Internacional del Síndrome de Asperger que se conmemora el 18 de febrero.
“Se aíslan, tienen una mente rígida y no entienden el lenguaje figurado; si les dices que está lloviendo a cántaros, ellos creen que efectivamente el agua cae de esos recipientes. Lo entienden literalmente”, detalla.
En la actualidad, aclara el universitario, “tiende a desaparecer el término de Asperger para quedar como nivel 1 del trastorno del espectro autista”. El término autismo proviene del griego “autôs” que significa “propio” o “uno mismo”, porque los pacientes se aíslan y tienen conductas repetitivas; se “encierran” en una tarea que les interesa y no pueden salir de ahí.
Tampoco entienden las intenciones y sentimientos de las otras personas, quienes utilizan, además del lenguaje hablado, el corporal, por ejemplo una mirada o una sonrisa.
Ayala Guerrero refiere que el origen del síndrome podría ser hereditario, o desarrollarse en el útero durante el proceso de gestación, también podrían intervenir factores medioambientales que alteren el neurodesarrollo; por ejemplo, mujeres con epilepsia y embarazadas que toman fármacos antiepilépticos durante la gestación pueden alterar el desarrollo cerebral de su bebé. En este sentido, el ácido valproico se ha relacionado con niños con un trastorno del espectro autista.