Durante su discurso inaugural como 47° presidente de Estados Unidos, Donald Trump reiteró su intención de renombrar el golfo de México como “golfo de Estados Unidos”. El mandatario firmó un decreto para iniciar los procedimientos necesarios, argumentando que el nuevo nombre es más adecuado por la influencia del país en la región.

Trump puede presentar esta propuesta ante la Junta de Nombres Geográficos (BGN), la cual evalúa cambios en los nombres oficiales de lugares dentro del país. Sin embargo, esta institución exige razones sólidas y aceptación local para aprobar modificaciones. El proceso incluiría consultas con México y Cuba, países que también rodean el golfo.

Desde México, la presidenta Claudia Sheinbaum rechazó la idea y destacó que el nombre actual tiene siglos de reconocimiento histórico y cultural, incluso desde antes de la colonización española. Además, propuso un cambio simbólico en los nombres de algunas regiones del suroeste de Estados Unidos, recordando su historia como territorio mexicano.

Aunque la aprobación del cambio podría ser oficial a nivel interno en Estados Unidos, organismos internacionales como la Organización Hidrográfica Internacional tendrían que evaluar la propuesta para determinar su aceptación global. Mientras tanto, el debate continúa generando reacciones en ambos lados de la frontera.