El A23a, el iceberg más grande del planeta, ha sido rastreado desde su separación de la plataforma de hielo Filchner-Ronne en 1986. Después de pasar años atrapado en un remolino submarino, ahora se encuentra avanzando lentamente hacia las aguas cercanas a la isla, donde podría tener un impacto en el ecosistema local.
Aunque el iceberg aún no ha sufrido daños ni se ha fragmentado como otros más pequeños, los científicos advierten que su desplazamiento podría bloquear las áreas donde habitan focas y pingüinos, afectando su acceso a zonas de alimentación. Sin embargo, el director de Pesca y Medio Ambiente de las Islas Georgias del Sur aseguró que cualquier daño a la fauna sería limitado y transitorio.
Las Islas Georgias del Sur son un territorio británico en el Atlántico Sur con una biodiversidad única, que incluye una de las áreas marinas protegidas más grandes del mundo. En cuanto al iceberg, los expertos observan de cerca su trayectoria, temiendo que pueda generar dificultades para las rutas de transporte y pesca en la región.
Mientras tanto, los científicos confirman que este evento no está relacionado directamente con el cambio climático, aunque el calentamiento global sigue modificando las condiciones en la región antártica, lo que podría tener consecuencias más amplias para el aumento del nivel del mar.