Para que la realidad en las políticas públicas del CONACYT corresponda a la vida concreta del país, hecho que es en parte su obligación de ley, debería éste conocer a las instituciones con vocación, aunque fuera parcial, sobre la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI.
Eso permitiría hacer un diagnóstico cercano, de lo contrario son como aquellos biólogos y ecólogos que, desde el escritorio, sin conocer las interacciones de los vectores ecosistémicos, argumentan y esgrimen conclusiones irreales.
Es el caso de un subsistema de la CTI mexicana que se conoce como Centro Públicos de Investigación coordinados por CONACYT.
Aunque no son todos, porque hay algunos CPIs sectorizados en las secretarias federales de energía, medioambiente, educación y mas, sólo me referiré al subconjunto de CPIs coordinados por CONACYT, cuya responsabilidad es directa y única de ese consejo, pero las conclusiones son similares para universidades públicas y CPIs sectorizados.
Sería muy conveniente que CONACYT conociera a los CPIs bajo su coordinación, hecho que está muy lejano de la realidad concreta; quizá de ahí las fantasías, en parte, de la Dirección General de ese consejo nacional para la CTI.
La ausencia de conocimiento de los CPIs finca una realidad alternativa ficticia y fantasiosa.
A la Directora General, DG, de CONACYT no se le ha visto en giras de trabajo por los CPIs a lo largo de ninguno de los casi tres años que tiene en la silla; ya por desinterés ya por miedo u otra, no se sabe
De hecho, durante la administración federal anterior fue reconocido y evidenciado, me consta que lo dijeron en voz propia, que los CPIs no eran conocidos por los funcionarios de CONACYT, a pesar que muchos de estos, inclusive el DG en turno, emanaron de alguno de los CPIs.
Las complejidades estructurales, su diversidad temática en CTI, hasta sus diferentes figuras jurídicas, hacen del subsistema de CPIs uno que, al igual que los otros subsistemas de la CTI mexicana, deban ser conocidos y diagnosticados en persona; mas allá de las estadísticas de los reportes en la rendición de cuentas.
A lo largo del sexenio pasado, aquella administración de CONACYT hizo esfuerzos por conocer a los CPIs que coordina y avanzó, pero se quedó corta; quizá de ahí que los programas impulsados entonces, unos mas reflexionados y otros mas sobre las rodillas, no cumplieron los objetivos, además, tenían endeble cimiento normativo y ahora están extintos o por extinguirse: Fideicomisos, consorcios académicos, centros mexicanos de innovación en energía (CEMIES), etcétera.
Con su desconocimiento y estrategias basadas en éste, el CONACYT actual muestra que no sólo que es diferente al del sexenio anterior, sino que es peor: toma decisiones y concreta actos sin diagnósticos metodológicos.
Un diagnóstico metodológico es parte de procedimiento epistémico, ante la ausencia reiterada, resultante en el desconocimiento de los CPIS, entre otros subsistemas, esta palabra, de gran uso por la DG actual del CONACYT, luce más como palabra dominguera que como una claridad conceptual y sistemática para definir y acotar problemáticas hacia la proposición de soluciones.
La situación de desconocimiento del subsistema de los CPIs coordinados por CONACYT es reiterada, en réplica, sobre otros subsistemas de la CTI nacional, llámense universidades públicas o privadas, CPIs sectorizados, dependencias del Instituto Tecnológico Nacional y mas.
La DG del CONACYT no conoce al ecosistema de la CTI mexicana, no ha hecho giras de trabajo para palpar, en vivo mas allá de algunas cifras; que podrían cumplir parte del diagnóstico no la totalidad, no sorprende desconexión con la realidad concreta.
Por su parte, los titulares de los CPIs están quietos, las señales al inicio de sexenio fueron claras, si opinas diferente a la DG del CONACYT estás fuera, aunque tuvieras razón; si bien es atribución de CONACYT, por presidir órganos de gobierno de los CPIs, el efecto ha sido silencio y la ausencia de discusión epistémica.