NOCHE DE ESPERANZA…
Bien filosofaba el príncipe de Marcillac, François de La Rochefoucauld: “La esperanza y el temor son inseparables, porque no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor”.
Ambos sentimientos han jugado con nosotros este año, nos invadieron intermitentemente y esto obliga a reflexionar.
Hoy es Nochebuena, debemos guardar esperanza, pero no ser ajenos al dolor que invadirá a miles de hogares -potosinos, mexicanos o de cualquier parte del mundo- por la ausencia de alguien en la mesa; la vida nos puso de rodillas, así sorpresiva e inmisericorde como suele ser, pero aprendimos a revalorar que el verdadero regalo en estas fechas es poder ver a los nuestros, completos, en casa.
Nos dejaron amigos, padres, madres, hijos, hermanos, seres humanos que abrieron un vacío irremplazable en el tiempo y espacio; quienes tenemos la oportunidad de seguir aquí, estamos obligados a replantear el rumbo, a tener el coraje para darle batalla a la vida, a sacar a flote nuestras virtudes más ocultas y no conceder más espacio para el miedo.
Ahora sigue agudizar el ingenio de cara al futuro, porque el año de la pandemia no ha concluido y nos falta un buen trecho por recorrer aún, por aprender y seguir avanzando.
Con estas líneas, invitamos a la reflexión y enviamos nuestros mejores deseos para Nochebuena y Navidad en sus hogares, dejemos que los abrazos sigan haciendo pausa, pronto hemos de concluirlos sin temor.
Gracias a quienes se encuentran esta noche lejos de casa, haciendo frente a la pandemia en un hospital. Alimentan nuestra esperanza, nos hace creer que es posible tener un mundo mejor del que tuvimos antes.