Desde la FGR sigue la investigación sobre las 31 personas ligadas a la Ciencia, Tecnología e Innovación, CTI; sólo que ahora han empezado por citarles y darles a conocer los señalamientos que sobre sí ciernen, a diferencia de haberles citado en el reclusorio de alta seguridad donde la FGR solicitó su aprensión.
A la par, hace unos pocos días, CONACYT publicó una seguidilla de mensajes en sus redes sociales, incluido el muro de su carelibro; para calificar de “inaceptables las denostaciones públicas y juicios sumarios en contra de las 31 personas mencionadas en medios”, escribieron.
Pero, ¿es aceptable citarles en un reclusorio de máxima seguridad a la vez que se solicita su aprensión ahí mismo?
Es extraña lógica de gobierno que profesionales de la CTI no ingieren.
Los textos desataron comentarios en el sentido de “primero disparan luego averiguan”, estilo muy porfiriano, por cierto.
La estrategia mediática se acompañó de un comunicado de las y los Directores Generales, DG, de los 26 CPIs de CONACYT; incluido el director general interino del CIDE, quien en esos momentos retiraba de su encargo al director de la sede región centro del mismo CIDE.
El retiro sucede luego que el directivo publicara un mesurado mensaje para externar apoyo a quienes se les conoce como cátedras CONACYT; señaló que la incorporación de las y los catedráticos en el CIDE ha reforzado la CTI en esa institución.
Por eso lo retiraron, acto contrario al respeto de libertad de expresión e investigación referido en el comunicado por las y los DG de los CPIs; “como digo una cosa, hago otra”, dijo singular personaje popular.
A toda luz, el comunicado fue coordinado desde Insurgentes Sur, por saberse con qué clase de presiones desde ese lado del escritorio, quizá político-presupuestarias, y qué concesiones desde el otro; se sabrá lo posible.
El tema de CONACYT versus profesionales de la CTI, entre otros de polarización social, ha resultado, según reportaron medios encuestadores, en un incremento de 5 puntos porcentuales en la aprobación que tiene el habitante de Palacio Nacional; su discurso le trae réditos en el corto plazo.
Luego, tal vez en los tiempos de su actividad en CTI, la DG del CONACYT empezaba su lectura de artículos científicos por los agradecimientos al financiamiento o las citas en el documento y no por el resumen e introducción, quizá sea metodología de la sub-disciplina, pero no me es claro.
Empezar por el final muestra desorden estructural, es evidencia de falta de oficio; a doctorantes en formación se les pide lean y escriban los documentos científicos en orden desde el título hacia las referencias y apéndices para evitar concusiones erróneas y parches en la investigación que realicen.
Mire usted, mientras se da el desencuentro entre el gobierno federal mexicano con las y los profesionales de la CTI, distintas estrategias son planteadas con toda claridad y contundencia en otras latitudes.
En el Reino Unido se discuten condiciones de sus intereses con base en la CTI, allá la noción de soberanía estriba en la competitividad global y la rivalidad político-financiera con sus países aliados y contrincantes.
Las condiciones que resultan del análisis en Reino Unido podrían ser sintetizadas en cuatro puntos, traducidos del Inglés, como sigue: financiación pública, etiquetado de recursos y apertura a un esquema migratorio de talentos.
Esos son tres, el otro punto amerita mención especial.
Se trata de una carta al primer ministro británico, remitida por un consejo público de ciencia y tecnología autónomo de su gobierno, para aconsejarle cómo puede mejorar el, de por sí, buen desempeño del Reino Unido: “Incrementar la CTI puede ser sólo alcanzada a través de una combinación de ambas inversiones la pública y privada” (traducción del columnista), dice la carta.
Fomentar prosperidad y soberanía difieren en método y táctica entre Reino Unido y los que enarbola el gobierno federal mexicano, incluido CONACYT; pero, quizá, sólo quizá, acá empiezan por el final.