- López Obrador bendice al ministro Arturo Zaldívar en un paso decisivo en la concentración del poder, con mayoría en el Congreso y el sometimiento del Poder Judicial. Hace lo imposible por desviar la lealtad histórica de las Fuerzas Armadas a México, hacia una sóla persona, un solo Poder: el Ejecutivo.
Este viernes el Presidente Andrés Manuel López Obrador confirmó en la conferencia mañanera la estrategia para consolidarse como el Poder de los Poderes.
Sin importar la división y autonomía del Legislativo, el Ejecutivo dio el espaldarazo a Arturo Zaldívar para continuar hasta el 2024 al Poder Judicial como un apéndice de la Cuarta Transformación. Hasta el momento el ministro presidente niega respuesta a quienes le piden que, por dignidad, renuncie al ofrecimiento.
La inconstitucional reelección de facto en la Suprema Corte de Justicia tumba el muro que ni el PRI en 70 años de autoritarismo pudo derribar, por los cimientos del “sufragio efectivo no reelección”.
El miércoles pasado por la noche, horas antes del albazo y la votación en el Senado para alargar la presidencia de Zaldívar, en el programa SinTapabocas con Eduardo Ruiz-Healy surgió el fantasma de la reelección de Andrés Manuel López Obrador.
Mediante una rápida encuesta en redes sociales el 85% piensa que López Obrador pretenderá reelegirse en el 2024, el 11% que no y el 4% no sabe.
De nuevo surge la amenaza omnipresente desde el 1 de julio del 2018 y que por su misma dimensión nos negamos enfrentar, y suavizamos al decirnos: “no sería capaz, ni el PRI lo hizo en 70 años”.
Se escuchan los martillazos presidenciales en el yunque para forjar el Poder de los Poderes al concentrar la mayoría en el Congreso, a partir de un bloque de aliados de Morena, sumados al sometimiento del Poder Judicial, y la venenosa estrategia desviar la lealtad histórica de las Fuerzas Armadas a México, hacia una sóla persona, un solo Poder: el Ejecutivo.
Este viernes en Palacio Nacional el Presidente sentenció:«Estoy a favor de que se amplíe 2 años la permanencia del Presidente de la Suprema Corte de Justicia Arturo Zaldivar y en el Consejo de la Judicatura, le tengo mucha confianza» (video https://youtu.be/JlmKVYS5eIk).
El jueves fue el sigiloso albazo de la bancada de Morena con el colaboracionista Partido Verde y sus aliados, en un bloque que deslizó, en manos de Raúl Bolaños, un transitorio para dar el golpe al Poder Judicial que se concretó con 80 votos a favor, 25 en contra y 4 abstenciones.
La virtual reelección de Zaldívar con la reforma a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación es el antecedente que espera López Obrador para continuar del 2024 al 2030. El primer intento en Baja California falló con el impresentable gobernador Jaime Bonilla, aún cuando el Congreso estatal lo aprobó.
A todas luces inconstitucional, la maniobra está inscrita en el proceso electoral del 2021 con la mira en el 2024, un día después de que el Instituto Nacional Electoral tumbó las candidaturas de los morenistas Félix Salgado Macedonio a la gubernatura de Guerrero, y de Raúl Morón a la de Michoacán.
Pero aún queda el servil Tribunal Federal Electoral del oscuro José Luis Vargas, al que la UIF de Santiago Nieto y la Fiscalía de Alejandro Gertz Manero, apuntan con una pistola carcelaria en la nuca.
Andrés Manuel no pudo someter al INE, aún cuando cinco consejeros: Norma de la Cruz, Adriana Favela, José Ruiz Saldaña, Martín Faz y Uuk-Kib Espadas, le hicieron el trabajo sucio para permitir que Salgado y Morón violaran la ley, en un intento por restituir sus candidaturas.
Constitucionalistas como Diego Valadés y José Ramón Cossío reprobaron el golpe del Senado. Legisladores de oposición y en general la opinión pública pidieron al ministro Arturo Zaldívar rechazar la maniobra de desfachatada autocracia. El Consejo de la Judicatura emitió un comunicado donde dice que no propuso el artículo transitorio y tampoco fue solicitado por el Poder Judicial, pero hasta el momento el presidente de la SCJN no ha rechazado la “oferta”.
Recuerdo la reflexión aterradora de Catherine Fieschi, analista del Washington Post: “La relación del presidente con sus seguidores no es el utilitario “yo voté por ti y a cambio quiero resultados”, sino un vínculo sentimental de unión para luchar contra las élites”.
“Yo te acepto como eres, y tú me aceptas como soy. Te defiendo de ellos porque tú me defiendes de ellos”. Ese es el pacto del presidente con los suyos, una relación de lealtad que no se puede romper con evidencia estadística o con argumentos lógicos”.
“Por este lazo emotivo, el líder populista tiene autorizado “decir mentiras escandalosas” y los seguidores pueden “fingir que las creen”.
“Cuando parte de la sociedad sabe que se le está mintiendo, pero no le importa, porque alguien al fin está poniendo en su lugar a los “enemigos del pueblo”, entramos al peligroso terreno de la tiranía de la mayoría: el poderoso no rinde cuentas porque le dice al “pueblo” lo que quiere escuchar y, a cambio, esa fracción de la sociedad le da permiso para todo”.
Tal vez por ese optimismo que niega la realidad amenazante postrada a simple línea de vista, no agregué en el título del encabezado la palabra “dictadura”. Soy un romántico irredento.