El regreso a semáforo rojo en San Luis llegó tarde, coronado por un contagio que lo sacudió todo, nada menos que el Presidente de México despidió su gira por estos lares con la confirmación de la enfermedad el domingo pasado, han transcurrido cuatro días y las pocas noticias sobre su salud empiezan a generar zozobra; mientras esta entidad sigue batiendo récords de muertes.
Tres días sin ver aparecer a Andrés Manuel López Obrador, ni siquiera en redes sociales, sin dar certeza de que su estado es favorable, la preocupación no es para menos con el antecedente de hipertensión, diabetes y cardiopatía que padece el mandatario.
La conferencia mañanera no es tal sin la figura central del tabasqueño, hablamos de una tribuna creada por él y para él, un espacio que no logra llenar ningún Secretario de Estado y ya quedó claro que el estilo de comunicación desde que fue jefe de Gobierno del D.F., tiene influencia con una sola figura protagonista.
Diagnósticos y rumores surgieron en abundancia, la mayoría poco deseables para el Jefe de Estado. Nada sería peor para nuestro país que una crisis en todos los niveles por la ausencia del Presidente.
La entidad que visitó en su última gira ha vivido a la par tres días de pesadilla, batiendo récords hde muertes por la pandemia. Ayer fueron 41 y todo indica que la tendencia se mantendrá, ni el cierre anticipado de negociaciones, tiendas o restaurantes parece frenar la mortalidad.
Lo que está ocurriendo con estas estrategias es que ahora la población se aglomera más temprano en las calles, pero la movilidad sigue igual o peor, el desabasto de tanques de oxígeno se salió de control, las carrozas fúnebres se siguen formando, los hospitales colapsaron y la gente pone a prueba su salud mental.
Cuatro días sin el Presidente, que atiende su salud -y agenda- en Palacio Nacional. Afuera la vida sigue.